¿Tensión o hipertensión?

Son parecidos, algunos síntomas pueden coincidir, pero nunca deben confundirse. En EEUU advierten que muchos pacientes hipertensos buscan alivio de las tensiones en lugar de bajar su presión arterial. ¿Cómo se trabaja el tema con los pacientes en Chile?

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No está mal querer manejar la tensión, pero cuando lo que se tiene es hipertensión arterial, no basta con relajarse. Un artículo publicado por dos investigadoras de la Boston University School of Public Health en la revista médica Circulation de EE.UU., plantea que muchos pacientes tienden a confundir la ‘tensión’ -es decir un estado psicológico- con la ‘hipertensión’, que es presión arterial elevada, y buscan el alivio de manera equivocada, con manejo del estrés en lugar de dieta y/o medicamentos, por ejemplo. Y eso es riesgoso, porque el problema fisiológico de fondo queda sin resolverse.

“En general, esto se debe a que las personas asocian el estrés y estados emocionales ansiosos a que la presión arterial pueda alterarse, lo cual no es tan errado, pues efectivamente hay asociación entre el sistema nervioso y la presión arterial sanguínea”, explica Roxana Buscaglione, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad San Sebastián.

“De hecho, también hay similitud en cómo se manifiestan los cuadros. Por ejemplo, un cuadro de estrés o ansiedad puede provocar dolores de cabeza, malestares generales, incluso dolor al pecho, los mismos que una hipertensión descompensada. Lo que debe comprenderse es que si la persona tiene o es diagnosticada con la enfermedad hipertensión (es decir, presión arterial elevada o alta) esto es una condición crónica, permanece con ella desde su instalación y diagnóstico y debe recibir un tratamiento y control adecuado”, advierte la docente.

La hipertensión arterial es el estado persistente de presión por sobre límites normales, que por convención se ha fijado en presión arterial sistólica igual o mayor a 140 mm de mercurio y presión arterial diastólica igual o mayor a 90 mm de mercurio, medidas varias veces según un protocolo. Recién ahí puede determinarse el diagnóstico de la condición y definir un tratamiento personalizado.

La enfermedad Hipertensión Arterial Crónica siempre debe tratarse“, dice la doctora Buscaglione. “Hay personas con hipertensión leve donde el tratamiento basado en la dieta (reducción del sodio y bajar de peso si hay sobrepeso) más ejercicio físico adecuado son suficientes para controlar y compensar. Pero hay otros pacientes con grados más avanzados de presión arterial elevada que pueden llegar a requerir hasta cuatro tipos de medicamentos, además de la dieta y ejercicio”.

Según Barbara Bokhour, una de las autoras del artículo, muchos equipos médicos usan alternadamente los términos ‘tensión’ e ‘hipertensión’ pero no siempre le explican al paciente que se trata de una condición de su sistema circulatorio. Ella y su colega Nancy Kressin plantean en su artículo que debería hablarse siempre de ‘presión sanguínea elevada’, para que paciente comprenda de qué se trata.

“Muchas veces los tratantes dan información de manera muy escueta, usando lenguaje biomédico. Hipertensión es uno de muchos ejemplos donde la palabra significa una cosa para ellos y otra muy distinta para el paciente, y hay que comenzar a reducir esa brecha”, dice Barbara Bokhour.

Educación a los pacientes

Justamente en esa línea, el Programa Paciente Empoderado de la U. San Sebastián busca entregar a la comunidad información certera acerca de enfermedades como la diabetes, la hipertensión y otros problemas cardiovasculares. Así como en EEUU, los equipos médicos en Chile no siempre logran que sus instrucciones sean comprendidas por las personas, o que éstas se convenzan de que es necesario seguir los tratamientos al pie de la letra.

En el caso de la hipertensión, la experiencia recogida ya en tres comunas muestra que muchas personas con esa condición la ven como algo natural, propio de la edad, que –como no muestra síntomas- no merece mayor cuidado.

“Por ejemplo, a través de uno de los talleres motivacionales que hacemos con actrices y actores, ponemos situaciones donde presentamos los factores de riesgo y los pacientes se ríen: “¡Sí, eso también a mí pasa!”. Pero igual siguen, no se detienen, no llevan un control, no piensan “si me como esto, me va a hacer mal”, cuenta Blanca Letelier, docente de Enfermería y Gerontología de la U. San Sebastián y del Programa Paciente Empoderado. “No le han tomado la dimensión que tiene, una proyección a cinco o diez años donde puede caerles en cualquier momento un accidente cerebrovascular si no paran”.

Por eso, los talleres de educación a pacientes de la USS están enfocados en motivar a las personas para que comprendan su condición, darles información y herramientas y que sepan que es posible tener una vida más grata y saludable si toman las riendas en su autocuidado.

Fuente:

Ipsuss

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