Siempre con una sonrisa, dispuesto a ayudar y coordinando con dedicación cada detalle en la Iglesia Nuestra Señora de la Victoria. Hablamos de Roberto Campos, más conocido como Robertito. ¿Sabías que su historia en la USS empezó antes de que existiera el campus Bellavista?
Así es, a los 16 años dejó su natal Quirihue, localidad costera de la Región del Biobío, para instalarse en Santiago, donde lo recibieron los sacerdotes del Colegio Alemán, que en esos años se ubicaba donde hoy está el campus Bellavista. En una pieza al lado de la capilla encontró su primer hogar en la capital y comenzó una profunda conexión con la fe.
Durante tres décadas preparó las misas, primeras comuniones y confirmaciones. Conocía tanto el detalle del funcionamiento de la parroquia que cuando el colegio se trasladó a las comunas de Las Condes y Vitacura, Luis Cordero, entonces presidente de la Junta Directiva de la USS, le pidió que permaneciera a cargo. Roberto fue testigo de la construcción del edificio y del momento en que abrió sus puertas en 2010.
Además, en la Iglesia Nuestra Señora de la Victoria vivió momentos trascendentales. Frente a su altar se casó y bautizó a sus tres hijos, uno de ellos titulado de la USS. Cuenta que su cercanía con Dios también le regaló momentos imborrables, como haber sido guardia papal en la visita de Juan Pablo II a Chile en 1987. Hace unos días fue el encargado de tocar las campanas en memoria del fallecido papa Francisco I.
A lo anterior suma el cariño que recibe de estudiantes, académicos y administrativos. “Como vengo de un colegio, estoy acostumbrado a estar en contacto con estudiantes. Me encanta haber seguido en este rubro. En la USS he podido estrechar bonitos lazos y es reconfortante que reconozcan tu trabajo. Siempre he recibido un muy buen trato, me gusta mucho trabajar acá, por eso estoy siempre sonriente, dispuesto a seguir disfrutando. Esta es mi segunda casa y estoy muy feliz aquí”.
De seguro el querido Robertito seguirá sumando lindos recuerdos en la USS. Si te encuentras con él, no dudes en saludarlo, porque tendrás asegurada una sonrisa cálida y una muy buena conversación.