En los servicios de urgencia, los médicos y otros profesionales que forman parte de los equipos de salud, toman a diario decisiones importantes para salvar la vida de sus pacientes. Actualmente la USS forma especialistas en esta área a través de un postítulo de Especialización Médica en Medicina de Urgencia que cumplió 10 años y ya cuenta con siete generaciones de egresados.
The Good Doctor, Dr. House y New Ámsterdam, son series televisivas ambientadas en hospitales y que muestran la realidad que viven a diario los servicios de urgencia. Estas unidades son la puerta de entrada de los hospitales, por donde ingresan la mayoría de los pacientes, los cuales hay que categorizar según gravedad. Por eso es muy importante hacer un diagnóstico rápido y certero.
La medicina de urgencia es tremendamente relevante a la hora de impactar positivamente en los indicadores sanitarios de un país y ha ido tomando cada vez más importancia, siendo reconocida como una especialidad médica a nivel internacional. En el caso de Chile, a partir del 2013, por parte del Ministerio de Salud.
Hoy en el país hay 540 urgenciólogos. Se trata de una especialización de la medicina que va en aumento sostenido.
En Chile el primer programa de capacitación en Medicina de Urgencia nació en 1994 en la Universidad de Chile, poco a poco se han ido sumando otras instituciones, como la U. San Sebastián, cuyo programa cumplió 10 años y ya cuenta con siete generaciones de egresados y convenios con diversos recintos asistenciales para la estadía de sus becados, tales como: el Hospital San Juan de Dios, la Mutual de Seguridad y la Clínica Santa María, a los que con el tiempo se sumaron el Hospital de La Florida, el Servicio de Salud Ñuble y la Universidad de Buenos Aires, donde optativamente realizan su pasantía de medicina prehospitalaria.
Ladislao Morell, director de la Escuela de Medicina USS y quien fuera director del postítulo de Especialización Médica en Medicina de Urgencia en sus inicios, nos comenta: “En la actualidad contamos con 30 becados que cursan la especialidad. Nuestro programa está enfocado en formar médicos totipotenciales; es decir, profesionales que sean capaces de enfrentar la mayor cantidad de problemas y motivos de consulta posibles para que después se puedan derivar y que sean dispuestos en la unidad de hospitalización o domicilio con la mayor certeza y el mínimo riesgo”.
Si bien alrededor del 85% los casos que llegan a la urgencia son banales, como resfríos comunes o esguinces, hay poco más de un 10%, con alguna enfermedad compleja, y otro 2% o 3% que corresponden a situaciones graves con riesgo de funcional o de muerte.
El Dr. Morell afirma que “como formadores de urgenciólogos, nosotros debemos entregarles las herramientas suficientes a los becados para enfrentar tanto esta consulta común, muchas veces agotadora, como la que es decisiva para la vida del paciente. Por lo mismo, los becados pasan casi la mitad de su residencia trabajando en unidades de urgencia (privadas y públicas) para poder sacar adelante a los pacientes. Se trata de competencias y habilidades complejas, como manejo e invasión de paciente crítico, interpretaciones de imágenes, entre otras. Y por otro lado está la comprensión y empatía con el paciente y sus familiares”.
Carolina Méndez es médico cirujano, y hoy está becada en el postítulo de Medicina Interna de la USS, donde cursa su segundo año. Se trasladó de Chillán a Santiago, sola y en plena pandemia, motivada por sus docentes urgenciólogos en la capital de la región del Ñuble. Una vez que egrese de su especialidad, tiene planeado regresar a ejercer en Chillán y se convertirá en la primera urgencióloga que tendrá la ciudad.
“La U. San Sebastián tiene un sello, donde el norte es el paciente. Nos forman como médicos que debemos tener una relación directa con el paciente y ser capaces de detectar patologías que son tiempo-dependientes, diagnosticarlas, dar terapias iniciales, decidir a qué interconsulta llamamos y cómo hacemos para ayudar al paciente en ese intertanto. Si tenemos que reanimar a alguien, damos todo por salvarle la vida. Además, en esta carrera uno tiene que ser empático. Lo que para ti es urgente, puede que para mí no lo sea, por eso hay que entender y educar a la población”.
Pero esta especialidad tiene costos personales innegables. “Dentro de la urgencia, toda nuestra vida personal queda atrás”, dice la becada. Esto puede llegar a ser muy difícil, pues tienen que lidiar con el insomnio, el hambre, el cansancio, la soledad de los turnos, las pérdidas de pacientes y la incertidumbre.
“No han sido tiempos fáciles, me tocó haber visto morir a muchos pacientes por Covid-19, sostener la última videollamada de los pacientes, cosas que nunca pensé vivir. Muchas veces llegaba sola y lloraba, porque no tenía con quién hablar. Además, el año pasado me tocó ser los dos lados de la misma moneda. Perdí un ser querido y me tocó discutir con colegas por manejos de cuidado y también ser la persona que esperaba el llamado diario del informe. Ha sido muy triste, porque hasta el día de hoy me acuerdo de la persona que perdí cuando veo a un paciente Covid-19. Pero me marcó y me enseñó cómo quiero ser yo como doctora: preocupada por el paciente y su familia. Eso es lo que marca la diferencia, lo que te hace ser humano, ser consciente de que puedes ser tú en esa camilla, o alguien cercano de tu familia”, cuenta la doctora Méndez.
Sin duda, los servicios de urgencia son lugares donde la vocación juega un rol importante como estilo de vida; se toman decisiones importantes todo el tiempo y en donde la vida personal de los doctores no puede entrar, pues el paciente la prioridad.
A pesar de todo, la doctora Méndez dice que cuando algo bueno pasa, la recompensa es mucho más alta. “En los turnos, quizás no vas a poder salvar a todas las personas que lleguen contigo, pero cuando tú ves que fuiste capaz de cambiarle el transcurso de vida de una persona o sacarla de un estado crítico, y trataste a pacientes que podían caer en paro o fallecer, las manejas, las observas y eres capaz de mandarlo a su casa, y te abraza su hija o su esposa. Eso no tiene precio”, relata.
“A pesar de que este año ha sido complejo si volviera atrás, lo haría mil veces. No cambiaría ni venirme en pandemia, ni sola, porque este año me ha enseñado que hay que hacer lo que a ti te hace feliz”, reflexiona la becaria.
Fuente: La Tercera