Karol Fernández: Cultivando la tierra y el conocimiento

Karol Fernández, académica de la Facultad de Economía y Gobierno mantiene su propio huerto, donde crecen frutas, verduras, hortalizas y flores. Como buena investigadora está siempre buscando información para perfeccionarse en un pasatiempo que comparte con sus hijos y que le entrega momentos de relajo y desconexión.

Dejó su natal Costa Rica hace más de 20 años para empezar un nuevo capítulo en Santiago. La académica de Ingeniería Comercial e investigadora del Centro de Políticas Públicas de la Facultad de Economía y Gobierno USS no niega que extraña la tranquilidad y el contacto diario con amigos y vecinos que tenía en su querido San Rafael. En medio del ajetreo capitalino encontró una forma de conectarse con lo que fue su vida en el campo: la horticultura.

 

Tiene su propio huerto, donde cultiva frutas, verduras y hortalizas. Junto con disfrutar el contacto con la naturaleza, esta actividad también es una instancia que comparte con sus hijos Augusto y Valentina, a quienes desde pequeños les inculca la importancia de valorar los beneficios que nos entrega la tierra.

 

-¿Cómo surgió este interés?

 

Hasta las 12 años viví en San Rafael, una localidad muy pequeña en Costa Rica donde vivían cerca de 70 familias. Era como el pueblo de Macondo, del libro Cien años de soledad, casi todos éramos parientes. Mi papá era de la ciudad y cuando conoció a mi mamá, que vivía en el campo donde trabajaba como profesora, se enamoró de este estilo de vida y se dedicó cien por ciento a la Agricultura. Sembraba maíz, porotos, tomates, frutas, de todo. Como familia nos unía el amor por el campo, por lo que muchos de mis recuerdos de infancia son plantando con mi mamá. Desde pequeña tengo un fuerte vínculo con lo rural.

 

-¿Qué podemos encontrar en tu huerto?

 

Hay orégano, menta, ciboulette, papas, lechugas, rabanitos y este año, por primera vez, coseché ajos.  Tengo árboles frutales de duraznos, limones, naranjas y, hace poco, sembré un higo y un manzano. Además, tengo plantas ornamentales como suculentas, mantos de Eva, calas y rosales. Las rosas son, sin duda, las más delicadas y difíciles de mantener. Mi marido siempre bromea conmigo y me dice que solo me faltan las gallinas para tener mi granja y, la verdad, yo feliz las tendría.

 

-¿Cómo aprendiste sobre horticultura?

 

Soy más bien autodidacta. Busco información en blogs, leo sobre el tema y así he ido aprendiendo. Esto también tiene mucho de ensayo y error. De a poco voy incorporando nuevas técnicas para sembrar, cosechar y cuidar mi huerto. Por ejemplo, evito ocupar productos químicos y hace un tiempo aprendí que poner rodajas de cebolla cerca ayuda a espantar algunos insectos que pueden destruir las plantas.

 

-¿Qué es lo que más te gusta de esta actividad?

 

Estoy siempre muy preocupada de los cuidados necesarios como desmalezar, abonar y regar. Trato de involucrar a mis hijos en esto, porque me gusta fomentar que tengan contacto con la tierra. Ellos lo disfrutan, se aprenden los nombres de las plantas y cosechan conmigo. Estar en el huerto a su vez es un momento de relajo para mí. Una de las cosas que más me gusta es desmalezar, porque siento que en este proceso yo también boto la mala vibra, tiene su lado terapéutico esto.

 

-¿Cómo viven esto tus hijos?

 

Hago parte de esto a mis hijos, porque creo que es importante mostrarles la importancia de valorar el trabajo de los agricultores. Quiero que vean que detrás de ese tomate que se están comiendo hay personas que lo sembraron y cuidaron, que valoren el esfuerzo de las personas que están detrás de ese alimento. Eso puede ser más difícil de internalizar hasta que uno experimenta, por ejemplo, la frustración de sembrar y que no crezca nada. Esta conexión les enseña a cuidar los alimentos y no desperdiciarlos.

 

-¿Tiene algo en común este pasatiempo con tu labor de economista?

 

La Economía requiere perseverancia para analizar en profundidad y entender determinados procesos. Creo que hay algo en la personalidad o el perfil de quienes nos dedicamos a las Ciencias Sociales que nos hace pacientes y nos permite desarrollar la tolerancia a la frustración. Con las plantas esto también es fundamental, no se trata de tirar una semilla y que crezca algo automáticamente, se requiere mucha paciencia y dedicación.

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