Aunque el maltrato físico grave ha ido bajando sostenidamente en nuestro país, estudios revelan que la violencia psicológica hacia los menores ha ido en aumento.
Recientemente, el Consejo de Europa (organización que defiende los derechos humanos de la Unión Europea) pidió a Francia que modifique su legislación actual y prohíba claramente el castigo corporal hacia los niños, el que es permitido como un derecho a corrección “leve” por parte de los padres, con fines educativos.
Esta situación ha provocado un debate respecto al tema y en torno a qué países prohíben o no, de forma explícita, el uso de la violencia física como correctivo.
En el caso de Chile, el artículo 234 del código civil plantea que “los padres tendrán la facultad de corregir a los hijos, cuidando que ello no menoscabe su salud ni su desarrollo personal. Esta facultad excluye toda forma de maltrato físico y sicológico y deberá, en todo caso, ejercerse en conformidad a la ley y a la Convención sobre los Derechos del Niño.”
El Congreso se está estudiando un proyecto de ley que prohíbe explícitamente todo castigo corporal y cualquier trato degradante a niños, niñas y adolescentes.
Sin embargo, de acuerdo a investigaciones de la UNICEF sobre maltrato infantil en el país, más del 70% de los niños y niñas es objeto de violencia física o sicológica de parte de sus padres, madres o parientes. De ellos, más de la mitad sufre violencia física y uno de cada cuatro violencia física grave.
Al respecto, en el Congreso se está estudiando un proyecto de ley que prohíbe explícitamente todo castigo corporal y cualquier trato degradante a niños, niñas y adolescentes, fundamentados en las cifras entregadas por la UNICEF.
El psicólogo de la Universidad San Sebastián, Rodrigo Venegas (En la foto secundaria), experto en violencia, explica que “desde que Chile firmó la Convención de Derechos del Niño, esta adquiere un rango constitucional, por lo que el maltrato físico y psicológico grave son castigados. Entonces, los menores pasan a ser sujetos plenos de derechos, conscientes y activos también en el cumplimiento de sus deberes y obligaciones”.
En ese sentido, el experto de Psicología USS indica que, si bien el Estado está amparando cada vez más la protección de los niños, este cambio cultural aún es difícil de asimilar para algunas generaciones de padres e incluso de profesionales, por lo que hay dos discursos: el social, que dice que no hay que pegarles a los niños, versus las denuncias que los mismos niños hacen.
Venegas agrega que “el maltrato físico grave hacia los niños y niñas ha ido bajando paulatinamente en nuestro país. Sin embargo, la violencia psicológica no presenta la misma curva de descenso, por el contrario, en algunos estudios aparece con leves aumentos”. (Carreño P; Castillo M; Cruz C; 2004)
“Este tipo de violencia puede ser incluso más dañina a largo plazo, ya que es una agresión emocional sistemática. Frases como “no sirves para nada”, “eres tonto”, o relacionadas con las figuras parentales como “eres igual a tu padre”, descalifican al niño y también a la figura con la que se identifica, lo que puede traer grandes consecuencias en la construcción de su identidad”, sentenció Rodrigo Venegas.
El académico de la carrera de Psicología USS precisa que “frente a este abuso de poder, una de las peores cosas que le puede pasar a un niño es la internalización del maltrato como forma de corregir la conducta, y la convicción de que se merecen ese el maltrato. Esperan que ante algún error sean castigados como algo normal”, lo que se traduce en “correctivos” como palmadas, tirones de oreja, “coscorrones”, entre otros.
¿Qué puede hacer un padre que ha agredido a un hijo y luego se arrepiente, reconociendo que la situación lo superó? “Frente a ello, le puede pedir disculpas al hijo y decirle que tratará de cambiar, lo que no es de ninguna manera perder el estatus de autoridad. Porque lo que se quiere es que el hijo le quiera y le respete. Cuando uno golpea para corregir, lo que se le enseña al niño es miedo, no respeto”, afirma el psicólogo USS.
Giorgia Pagani