Dayana Cañón: Abriendo camino a las mujeres en la Antártica

Con 22 años se convirtió en la primera mujer en ser parte del equipo logístico de las expediciones científicas del Instituto Chileno Antártico. En dos fue patrona de embarcación, acompañando a investigadores nacionales y extranjeros en la zona más austral del país.

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Cuando estaba en el colegio quería entrar a la PDI, pero las vueltas de la vida la llevaron a confirmar que lo que quería profesionalmente era conectar con la naturaleza y dedicarse a resguardarla. En esta búsqueda encontró la carrera de Ingeniería en Gestión de Expediciones y Ecoturismo, matriculándose con solo 17 años.

En cada clase se fue cautivando con la enormidad de áreas de ejercicio profesional que tendría. Cuando llegó la hora de decidir especialidad, optó por la navegación. “Soy de Pirque, no vengo de una zona costera, ni tampoco de una familia ligada a las actividades acuáticas, pero me apasionaba el mar y la carrera me estaba dando la posibilidad de trabajar en esto”, comenta Dayana.

Operación Antártica

Durante las actividades en terreno pudo conocer la zona austral de Chile y empezó su conexión con esta parte del país. Hizo una de sus prácticas en una agencia de viajes de Punta Arenas que hacía rutas a Torres del Paine, experiencia que despertó su interés de ir más allá. “Iban muchas personas que venían de la Antártica, con sus características chaquetas rojas y yo pensaba ¡quiero estar ahí!”.

-¿Cómo lograste cumplir ese sueño?

Empecé a analizar distintas alternativas y encontré una publicación del Instituto Antártico Chileno (INACH), quienes estaban buscando un patrón de embarcación. Justo recientemente había obtenido esa certificación y postulé. Al tiempo me llamaron y me dijeron “estás preseleccionada para el grupo logístico que irá a la Expedición Científica Antártica, pero nunca una mujer ha estado en este equipo, ¿estás segura de ir?”.

-¿Fue difícil la decisión?

Me puse muy nerviosa, además de ser la única mujer, estaría con personas mucho mayores y más experimentadas que yo. Había navegado por costas de Chile, pero no en aguas gélidas. Era un gran desafío y también la oportunidad de mi vida, así es que la tomé.

La primera capitana de embarcación

Con 22 años se sumó a la expedición número 56 del Instituto Antártico Chileno. Tras llegar a Punta Arenas, otros tres días de navegación la llevaron a la Base Julio Escudero, donde se desempeñaría como patrona de nave menor.

-¿Cuál era tu misión?

Tuve que hacerme cargo de una embarcación y de todas las personas a bordo, velando porque la expedición se pudiera llevar a cabo. Esto incluye llevar a investigadores chilenos y extranjeros a sus diferentes puntos de toma de muestras, ya sea en la superficie o en aquellas que incluyen buceo. Mi tarea es orientarlos en horarios, zonas recomendadas para navegar y condiciones del tiempo. Por ejemplo, es clave identificar cuando el mar empieza a congelarse y es hora de volver a la base.

-¿Tu paso por Julio Escudero fue solo el primer capítulo de tu aventura antártica?

Efectivamente, en la escuela nos preparan muy bien y el perfil de egreso es diferente a muchas otras carreras, lo que me ayudó a culminar con éxito este desafío. Mi evaluación fue muy buena y me ofrecieron volver al año siguiente. Esta vez a una expedición que llegó a la Base Yelcho, ubicada 20 horas más al sur de Julio Escudero, es la base operativa más austral del INACH. Ahí estuve desde noviembre de 2021 a marzo de 2022.

-¿Qué es lo más difícil de vivir en la Antártica?

Todo es muy intenso. Estar cuatro o cinco meses en espacios reducidos no es fácil, no queda mucho espacio para la privacidad; pero eso también hace que se formen lazos súper lindos de amistad y compañerismo. Otra cosa complicada son los ciclos de sueño. En invierno es prácticamente de noche todo el día y en verano casi no hay noche. En cierta época recién a las 2 de la mañana se logra una pequeña penumbra, pero solo dura un par de horas, puedes ver que el sol empieza a esconderse y rápidamente vuelve a salir.

-¿Es gratificante a través de tu profesión también contribuir al conocimiento?

Gracias a esta carrera podemos asumir muchas labores, ya sea como guías, en las áreas de conservación o educación. Cuando estaba en la USS postulé a fondos de Sercotec y compré packrafts (botes inflables pequeños) y pude crear mi propia empresa, Patagónica Explorer. Cuando no estoy en la Antártica llevo a turistas a zonas remotas de la Patagonia, lo que me permite combinar estas áreas de desarrollo.

-¿Viene un nuevo capítulo en la Antártica?

Sí, este año tengo la opción de sumarme nuevamente. El INACH tiene como objetivo lograr que en los próximos años el 50% del equipo que integra sus expediciones sean mujeres. Me alegra contribuir en ese objetivo y romper el sesgo asociado a que las mujeres no podemos hacer algunas cosas.

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