Un grupo de académicos de la Universidad San Sebastián entrega una serie de consejos de cómo mantener sano el vital órgano.
Durante agosto se celebra el Mes del Corazón, instancia que llama a tomar conciencia de que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en todo el mundo. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, OMS, se calcula que en 2012 murieron por esta causa 17,5 millones de personas, lo cual representa un 31% de todas las muertes registradas en el mundo.
Las enfermedades cardiovasculares son un grupo de desórdenes del corazón y de los vasos sanguíneos que comprenden cardiopatía coronaria, enfermedades cerebrovasculares, arteriopatías periféricas, cardiopatías reumáticas, cardiopatías congénitas, trombosis venosas profundas y embolias pulmonares.
De acuerdo al Dr. Luis Castillo, decano de la Facultad de Medicina de la U. San Sebastián, las enfermedades más frecuentes son “las alteraciones en el riego sanguíneo de la masa muscular de los ventrículos (miocardio), llamada enfermedad ateroesclerótica coronaria que produce infartos e Isquemia miocárdica”.
“El aumento de estas enfermedades es básicamente por los hábitos sedentarios de la población. El tabaco, hipertensión, diabetes y sedentarismo son factores de riesgo muy importantes en la producción de enfermedad coronaria ateroesclerótica, que produce infartos e isquemia miocárdica”, agrega.
La mayoría de las enfermedades cardiovasculares pueden prevenirse actuando sobre factores de riesgos, uno de ellos es la inactividad física. “El sedentarismo es la pandemia de nuestros tiempos, a él se asocian una gran cantidad de enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes Mellitus tipo II, síndromes metabólicos, entre otros, los cuales podrían producir accidentes vasculares severos. Es importante evitar el sedentarismo y darle una ayuda a nuestro corazón con el fin de que pueda evitar la sobreexigencia”, comenta Carolina Mc Leod, docente de Educación Física de la U. San Sebastián.
La académica agrega que “a través de los años se han generado una serie de actividades que ayudan al entrenamiento del corazón, antiguamente se les denominaban actividades aeróbicas, hoy se les conoce como actividades cardiovasculares que, en resumen, corresponden a ejercicios de larga duración y de baja intensidad. Hay propuestas actuales que hablan de ejercicios intermitentes de muy alta intensidad, pero de una recuperación total, pero deben ser muy cuidadosos en prescribir este tipo de ejercicios a personas que tengan un riesgo cardiovascular moderado o alto.”
Otro factor de riesgo importante es la mala alimentación, ya que el sobrepeso y la grasa son enemigos del corazón. “Para tener una dieta saludable debemos promover un cambio en el modo de vida y en los hábitos alimenticios, partiendo por mejorar la nutrición en edades tempranas en niños y jóvenes. Además, reducir la ingesta de sal a menos de 5 gramos al día, comer 5 porciones de frutas y verduras al día, y reducir la ingesta de grasa total, en especial de las grasas saturadas”, comenta Claudia Barrientos, nutricionista y académica de la Facultad de Ciencias de la Salud U. San Sebastián.
Por lo tanto se debe reducir el consumo de grasa especialmente saturada y colesterol, que está presente en carnes rojas, leche entera, quesos amarillos, platos en base a crema y postres.
Según Claudia Barrientos, para cuidar el corazón se debe “aumentar el consumo de frutas y verduras de diferentes colores; priorizar la grasa proveniente de aceite de oliva y frutos secos; aumentar el consumo de pescado azul (salmón, jurel, congrio, atún, caballa), por su aporte de DHA y EPA; preferir los cereales integrales y legumbres por su aporte de fibra y optar por carnes magras (por su bajo contenido graso)”.
“Está demostrado que la eliminación del tabaco, la reducción de la sal en la dieta, el aumento del consumo de frutas y verduras, la realización de actividad física regular y la disminución del consumo nocivo de alcohol, reduce de manera significativa las enfermedades cardiovasculares”, concluye la nutricionista.
De acuerdo a Marcelo Muñoz, cardiólogo y académico de la U. San Sebastián, los síntomas principales son “el dolor torácico como una presión o peso en la zona esternal, que característicamente se irradia a la extremidad superior izquierda. También puede presentarse como dolor en la región mandibular o en la zona epigástrica. En algunos pacientes, por ejemplo, diabéticos el síntoma principal puede ser un cansancio nuevo o disnea intensa”.
En caso de que un que un familiar o alguien cercano esté sufriendo un infarto, lo más adecuado es acercarse al servicio de urgencia más cercano al paciente para que reciba atención médica de inmediato. “Si la persona se encuentra sola lo más importante es intentar mantener la calma y dirigirse a un servicio de urgencia de inmediato, de forma personal o llevado por un familiar, o a través de una ambulancia que pueda solicitar”, aconseja Marcelo Muñoz.
En cuanto a tomar una aspirina ante los síntomas de un infarto, el docente comenta que esta recomendación se hace, ya que “la aspirina (ácido acetilsalicílico) es un antiagregante plaquetario, esto significa que evita la formación de un trombo o coágulo en las arterias coronarias”.
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