Este 18 de agosto, se conmemora el “Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales”, y es de conocimiento público las recientes noticias sobre los siniestros que azotan a Canadá y al archipiélago de Hawaii, este último cobrando un centenar de vidas humanas. Por lo que ya nos levanta alertas sobre la forma en que enfrentaremos la próxima temporada en nuestro país y las medidas que estamos tomando para hacer frente a una de las consecuencias más devastadoras del cambio climático.
La temporada pasada vivimos los incendios más complejos de la última década que tuvieron como resultado 26 personas fallecidas, más de 1.600 viviendas destruidas y 438 mil hectáreas afectadas. Una verdadera catástrofe socioambiental. A las distintas variables ambientales que influyen en este fenómeno, especialmente la falta de agua, el aumento de la temperatura y la velocidad de los vientos, se suma la creciente intencionalidad que dificulta la tarea. La lamentable historia reciente nos recuerda que esto no es una contingencia sino más bien un cambio estructural que Chile experimenta hace varios años.
Si bien las acciones individuales y colectivas de los distintos actores y escalas cumplen un rol clave en la etapa preventiva en que nos encontramos, el mayor desafío estará en la conducción que logre establecer el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED) que tiene por misión coordinar al conjunto de entidades públicas y privadas con competencias en la materia y CONAF como servicio especializado en ello.
No hay excusas para no estar preparados: el mundo privado y la sociedad civil cuentan con una diversidad de propuestas y desde las universidades podemos aportar con una gran cantidad de información especializada.
María Emilia Undurraga Marimón
Decana
Facultad de Ciencias de la Naturaleza Universidad San Sebastián