La académica de Obstetricia de la USS, Jacqueline Sepúlveda, señala que los controles son claves en el periodo de la adolescencia que va desde los 10 a los 19 años. “Se trata de un chequeo preventivo, es la continuidad de los controles sanos de la niñez y se realiza anualmente”.
Durante mis años como matrona ha sido común encontrarme con la pregunta: ¿cuándo es recomendable llevar a mi hija a la matrona? Mi respuesta es, casi siempre, “durante la adolescencia”, “cuando quieran” o “mientras antes, mejor”.
Las matronas y matrones en Chile somos profesionales muy competentes, integrales y diversos. Nos desempeñamos en muchísimas áreas que no sólo involucran el embarazo y nacimiento. Tenemos un rol fundamental en la educación para la salud sexual y afectiva de las mujeres, sus parejas, hijos e hijas, sus familias y la comunidad.
Hay matronas y matrones especialistas en adolescencia, un periodo de cambios que va desde los 10 a los 19 años. Según los programas ministeriales de salud, a partir de estas edades se realiza un control para ambos sexos. Sí, es para todos y todas, no sólo niñas.
En esta instancia se va estableciendo un vínculo con los y las adolescentes, se conversa, se les escucha, se identifican sus factores protectores y de riesgo, se evalúan las áreas familiar, social, sexualidad y su salud general. De ser necesario, se realiza un examen físico en compañía de su madre, padre u otro adulto acompañante. Se resuelven dudas y se les da orientación. Se trata de un control preventivo, es la continuidad de los controles sanos de la niñez y se realiza anualmente para ir viendo los cambios en esta etapa. De ser necesario, se deriva a otros especialistas oportunamente.
Las dudas más frecuentes son con relación al desarrollo sexual y cómo enfrentar la sexualidad en estas edades. En la medida que normalicemos estos temas, lograremos entender que la sexualidad es parte de los seres humanos desde siempre: conversando en familia, fomentando el autocuidado y el amor a nuestros cuerpos y diferencias. Con respeto hacia las diversidades, con instituciones educacionales y de salud que trabajen de la mano apoyando a las familias.
De esta manera estaremos en buen camino para formar y ver crecer a niños, niñas y adolescentes íntegros, con mayor autoestima y tolerancia, y, sobre todo, más felices.
Jacqueline Sepúlveda Gotterbarm
Matrona y académica Obstetricia
Universidad San Sebastián