Niños e Internet: los riesgos que esconde una pantalla

Qué duda cabe: los smartphones y otros dispositivos nos han facilitado la vida en muchos aspectos, sobre todo en época de confinamiento. Sin embargo, los menores que se exponen frecuente y reiteradamente a las pantallas pueden poner en riesgo su aprendizaje y su integridad.

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Amaia tiene sólo cinco años y, pese a su edad, sabe manejar YouTube mejor que un adulto. En el teléfono de sus padres cambia los videos cuando no le gustan y sube el volumen cuando la canción o los personajes infantiles son de su agrado. Su mamá, Antonia, sabe que la exposición a las pantallas gran parte del día puede producir adicción en ella, sin embargo, es difícil privarle su uso.

Niños, adolescentes e incluso bebés viven expuestos a las pantallas más del tiempo adecuado tanto en Chile como en el mundo. Investigación de la organización Parents Together- realizada en más de 3.000 hogares en 2020-, mostró que un 48% de los menores pasa más de 6 horas frente a dispositivos móviles. Además, un 85% de padres y madres se encuentran preocupados con respecto al tema.

En Chile, la situación es un tanto similar. Nuestro país es el número uno en niños y adolescentes conectados a una pantalla. Y con la llegada de la pandemia, este escenario empeoró.

¿Cómo se explica este fenómeno? Alejandra Martínez Noemí, docente de la carrera de Educación Diferencial de la U. San Sebastián y magíster en Neurociencias de la Educación, asegura que “el ajetreado mundo en que nos encontramos hace que los padres caigan en delegar en los dispositivos tecnológicos la entretención de los niños (…) Si a esto sumamos la pandemia, que si bien buscó que los dispositivos fueran un apoyo, en muchos casos generó una alta dependencia”, admite.

Los efectos del uso excesivo de pantallas

Si bien hoy es casi impensable el no uso de las pantallas, dado que se han convertido en un aliado en los procesos de aprendizaje en los colegios, es importante tener en cuenta que la exposición extendida y frecuente por parte de menores tiene riesgos importantes a corto y largo plazo que no se deben ignorar.

“Pueden ser instrumentos útiles con la supervisión adecuada, sin embargo, son un riesgo importante para el desarrollo infantil, sobre todo a edades más tempranas, aun cuando en todas las edades hay diferentes riesgos”, afirma Martínez.

De acuerdo con la académica durante la primera infancia “el aprendizaje debiese producirse a través del juego; el niño requiere explorar, recibir información multisensorial. Yo no recomendaría el uso antes de 5 años, salvo en casos muy excepcionales y por períodos muy breves siempre con supervisión”.

Dentro de los efectos dañinos que puede producir el uso excesivo de dispositivos tecnológicos se mencionan: problemas en el desarrollo de habilidades sociales, dificultades en el desarrollo del lenguaje y baja tolerancia a la frustración, pues “se acostumbran a que todo es inmediato. Junto con esto, se han detectado falta de control de impulsos, dificultades en el desarrollo del procesamiento de las emociones y déficit en la función ejecutiva”, advierte la académica USS.

Por eso se sugiere “no usar pantallas cerca de la hora de dormir, ni en tiempos de alimentación y menos como instrumento de calma, tampoco exponer a contenidos violentos y limitar el tiempo en pantalla”, sostiene Martínez.

¿Ciberseguridad infalible?

No sólo desde la vereda educacional hay preocupación, también desde el punto de vista tecnológico. Aunque los especialistas coinciden en que Internet y los dispositivos móviles son herramientas útiles en un mundo globalizado e interconectado, sin una fuerte supervisión de los adultos, los riesgos pueden ser más grandes que los beneficios.

“Las verificaciones de edad en Internet no son realmente efectivas. Un clic no garantiza que el cibernauta sea un adulto. Los niños están expuestos a diversos contenidos y acciones de otros cibernautas en virtud de las redes y juegos que utilicen”, advierte Mauricio Hidalgo, director de Ingeniería Civil Informática de la USS.

“La Internet es muy difícil de controlar, por lo que el acceso a sitios con contenido para adultos o incluso el acoso en redes sociales es un riesgo constante para los menores de edad”, agrega. De ahí la importancia del control de un tercero. “Es relevante que niños, e incluso jóvenes, sean siempre supervisados por un adulto responsable independiente de que la misma red pueda bloquear algunos sitios. Ciberbullying, grooming y sexting son parte de las amenazas.

¿Es realmente útil el control parental que ofrecen Internet, aplicaciones y diversos dispositivos? Hidalgo es categórico: “El control parental existe en diversas herramientas a nivel de proveedores de Internet, ya sea para para configuraciones locales o para el funcionamiento de grandes empresas como Google. Esto permite a padres generar perfiles supervisados para sus hijos (…) Sin embargo, creo que la mayor falencia no está en la falta de herramientas, sino que en el conocimiento que tenemos sobre ellas y, en nuestro rol de supervisión como adultos”.

Un estudio de la consultora británica Vanson Bourne reveló que el 59% de los padres no configuran cuentas de usuario separadas en los dispositivos que usan sus hijos. Además, sólo la mitad ha establecido controles parentales, y un 42% ha configurado una navegación segura o un filtro de contenido web.

Nada se elimina para siempre

Junto con las amenazas externas que acechan tanto a niños y adolescentes, Hidalgo repara en la necesidad de crear conciencia en torno a que nuestros datos y todo lo que enviamos o publicamos, deja su huella en la red. Incluido el material de los niños. “Aunque el analfabetismo digital se ha reducido mucho en los últimos años y viendo el enorme esfuerzo que realizan los proveedores de Internet para mantener a los usuarios informados, las personas aún no toman la importancia que reviste la huella digital y la protección de su privacidad”, recalca Hidalgo.

¿Dónde se evidencia esta despreocupación? “En cosas tan simples como la utilización de fechas de cumpleaños o secuencias numéricas como “123456789” para las claves de acceso, o el responder mensajes a desconocidos a través de diferentes redes sociales”, precisa.

El aumento del uso en la telefonía celular tiende a agravar el problema, disminuyendo las garantías sobre las herramientas de control que los padres ejercen sobre sus hijos.

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