
La simulación clínica es hoy una herramienta central en la formación de profesionales de la salud preparados para actuar con criterio en escenarios complejos. En la Universidad San Sebastián, esta metodología se desarrolla en centros de simulación con equipamiento avanzado, que permiten integrar habilidades técnicas, cognitivas y éticas en entornos clínicos realistas. Pero este enfoque no es aislado. Es parte de una transformación más amplia en que la tecnología redefine la enseñanza, la investigación y el aprendizaje en todos los niveles de la educación universitaria.
En Chile, como en otros países, las universidades están adaptando sus estructuras y métodos para incorporar las tecnologías emergentes como la inteligencia artificial (IA), la computación de alto rendimiento y las plataformas digitales. Este proceso va más allá de adquirir herramientas: implica revisar cómo se concibe, se genera y se transmite el conocimiento.
En ese marco, la USS ha reforzado su enfoque tecnológico tanto en docencia como en investigación. Un ejemplo es su participación —liderada por el Dr. Alberto Martin, director del Doctorado en Biología Computacional— en SCAI-Lab, uno de los dos proyectos seleccionados por CORFO y el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para instalar una infraestructura nacional de supercómputo especializada en IA. Este centro, impulsado por un consorcio de más de 60 instituciones, ofrecerá capacidad de cálculo intensivo al servicio de sectores como salud, energía, medio ambiente y manufactura, y permitirá a investigadores y estudiantes desarrollar modelos avanzados, acceder a formación especializada y colaborar en proyectos de alcance nacional.
Entre 2022 y 2024, la USS ha adjudicado tres proyectos FONDEQUIP de ANID, con una inversión cercana a los 2.000 millones de pesos, que han permitido adquirir equipos científicos de alto nivel para sus sedes en Santiago, Valdivia y Puerto Montt. Estos instrumentos fortalecen las capacidades de investigación y amplían, además, el acceso a tecnologías avanzadas en regiones que históricamente han contado con menor infraestructura.
En Santiago, el microscopio automatizado Operetta CLS, uno de los más avanzados de Latinoamérica, permite observar células vivas con gran resolución y analizar múltiples muestras de forma automatizada. En Puerto Montt, el Cytek Aurora CS —un citómetro de flujo de última generación— permite estudiar con precisión la respuesta inmune y otros procesos celulares. Y en Valdivia, la futura Southern BioImaging Platform contará con un microscopio confocal láser capaz de seguir señales fluorescentes en tiempo real dentro de células vivas. “Esta tecnología actúa como un termómetro que colocamos en distintas partes de la célula”, explica el Dr. Felipe Barros, líder del proyecto, “y nos permite observar procesos internos de forma no invasiva, con una precisión que antes no era posible sin salir del país”.
Las capacidades tecnológicas y el capital humano altamente especializado que forman parte del entorno universitario también abren puertas a colaboraciones internacionales. Desde 2025, la USS forma parte de la colaboración ATLAS del CERN, uno de los mayores experimentos de física de partículas del mundo. Los académicos Pedro Urrejola y Sebastián Olivares, de la Facultad de Ingeniería, participan en el desarrollo de detectores, el análisis de colisiones subatómicas y la aplicación de inteligencia artificial para identificar fenómenos que desafían los modelos actuales.
Estos vínculos permiten a la Universidad integrarse a redes científicas globales y, al mismo tiempo, abren oportunidades para que estudiantes trabajen con datos reales y participen en proyectos internacionales: una conexión concreta entre la formación académica y los desafíos contemporáneos de la ciencia.
Simulación clínica, equipamiento científico, supercomputación, inteligencia artificial y colaboración internacional ya son parte del presente de la educación universitaria. El desafío ahora es integrarlas de forma pertinente, crítica y significativa en la enseñanza y la investigación.
En la USS, esta dinámica ha implicado decisiones concretas: crear entornos de aprendizaje más realistas, incorporar nuevas herramientas, vincular a los estudiantes con proyectos relevantes e integrar el desarrollo tecnológico al proceso formativo, contribuyendo a ampliar el horizonte de lo que podemos aprender, hacer y aportar.