Pertenecer a la tercera edad se asocia a perder ciertas capacidades, una movilidad más reducida, precariedad económica y pérdida de vínculos sociales.
Nuestra sociedad tiende a mirar la vejez poniendo el acento en las dificultades, carencias y problemas que puedan presentarse, dejando de lado muchas veces la gran cantidad de oportunidades y posibilidades que aún nos ofrece la vida sobre los 60 o 65 años.
Al respecto, la psicóloga Daniela Pedraza, quien dictó el taller de Salud Mental de la Escuela del Adulto Mayor de la Universidad San Sebastián en Valdivia, sostiene que “pertenecer a la tercera edad se asocia con la pérdida de ciertas capacidades, con una movilidad más reducida, una precariedad económica que en la cultura occidental favorecen la aparición de temor al envejecimiento, llevando incluso en ocasiones a experimentar un aislamiento social en la medida en que perdemos los vínculos laborales, de amistad y hasta la relación con la familia, pudiendo experimentar sintomatología asociada a depresión en algunos casos”, reflexiona la psicóloga.
La experta agrega que según la Organización Mundial de la Salud (1999): “En nuestro mundo, lleno de diversidad y constante cambio, el envejecimiento es una de las pocas características que nos definen y nos unifican a todos. Estamos envejeciendo y eso significa que estamos viviendo y eso debe celebrarse”. En ese sentido, afirma que dentro de las pocas certezas que tenemos en la vida, ésta es una de ellas: “Vivir es envejecer”, decía el biólogo Nathan Shock.
La psicóloga tras participar como docente en unos de los talleres de la Escuela del Adulto Mayor, reflexiona que “la experiencia vivida es enriquecedora, el aprendizaje y crecimiento es recíproco, las personas que participaron en éste y en los diversos talleres, se dispusieron a vivir una experiencia nueva con total apertura y con un alto nivel de confianza en lo que la universidad puede brindarles”, sostiene.
Afirma que “son personas que se mantienen operativas y vinculadas con las actividades que el entorno les ofrece para nutrir su vivencia actual. Fue un importante desafío incorporar a un mayor número de personas de la tercera edad, a participar de este tipo de actividades”.
El taller dictado durante la Escuela buscó promover el bienestar integral de las personas participantes, “brindando espacios de trabajo individual e identificando recursos y posibilidades de crecimiento y cambio, a la vez que movilizó recursos sociales con la interacción social entre sus miembros, motivando que amplíen en su ámbito de desarrollo social como factor protector de la salud y teniendo en cuenta que aquello implica establecer relaciones con el entorno y mantenerse en un flujo de bienestar constante“, explica la psicóloga.
“Poner el foco en los factores protectores y dejar atrás la mirada de carencia y deterioro de la adultez mayor resulta de vital importancia, sobre todos frente a los datos de OMS que afirman que la población mundial está envejeciendo a pasos acelerados y que entre 2000 y 2050, la proporción de habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará, pasando del 11% al 22%. En números absolutos, este grupo de edad pasará de 605 millones a 2 mil millones en el transcurso de medio siglo”, sostiene.
“En ese sentido, tenemos un desafío como sociedad y aunque hay avances significativos en las diversas áreas, el mejorar la calidad de vida en esta etapa, requiere de un trabajo más intenso y constante”, agrega.
Vea el reportaje en diario Austral de Valdivia