La selección universitaria en Chile podría tener una cara muy distinta si es que consideráramos el espacio escolar como un ámbito de desarrollo de vocaciones, donde los estudiantes, antes de pelear por alcanzar ciertos puntajes, tuvieran la posibilidad de conocer diferentes ámbitos del saber con la motivación propia de inclinarse hacia uno u otro.
Miles de jóvenes conocieron hace pocos días los resultados obtenidos en la Prueba de Selección Universitaria (PSU). El proceso que los llevó hasta ese momento es diverso: para algunos, la preparación para el ingreso a la universidad comenzó tempranamente, mientras que otros lo han tomado en serio más hacia el final de la etapa escolar.
La PSU es una herramienta que ha recibido diversas críticas desde hace años. Sin embargo, no ha sido modificada. El sistema de ingreso a la Educación Superior ha visto leves cambios, como la incorporación del ranking, aunque, en el fondo, el mecanismo sigue siendo el mismo. Hoy más que nunca parece ser relevante considerar factores externos al puntaje de la PSU para la selección y admisión de nuevos estudiantes. Por ejemplo, sería interesante valorar la participación en diversos ámbitos de la vida escolar, como los centros de alumnos, deportes, desarrollo de acción comunitaria, entre otros. Esto renovaría la mirada de la educación, tanto escolar como superior.
La selección universitaria en Chile podría tener una cara muy distinta si es que consideráramos el espacio escolar como un ámbito de desarrollo de vocaciones.
Considerar estos factores no es solamente una manera de impulsar un cambio necesario en el sistema de admisión, sino que también tiene relación con cómo los estudiantes ven su paso por la escuela y cómo los profesores pueden reimaginar la dinámica escolar. Cuando lo más importante deja de ser el puntaje de la prueba, tanto alumnos como profesores se pueden atrever a dar un paso diferente: descubrir vocaciones, nuevos caminos y nuevos métodos, experimentar, socializar proyectos, debatir, opinar, etc. Esto pone en el centro del proceso educativo a los estudiantes, dejando de lado la automatización en que se encuentran hoy en día muchos establecimientos por el codiciado “rendimiento PSU”.
Esto requiere un especial esfuerzo por parte de las universidades, las que deben crear incentivos y promover ciertos valores, pensando en qué tipo de alumnos quieren formar para ser los profesionales del Chile del futuro. Las universidades son, en esta etapa, las llamadas a incentivar a los postulantes a elegir con la mayor cantidad de información posible respecto a las carreras, perfil, misión y visión de las diferentes casas de estudio. Tal vez deberían repensar los requisitos de admisión desde las mismas universidades, entre otros factores, para la promoción de un proceso educativo más integral.
La selección universitaria en Chile podría tener una cara muy distinta si es que consideráramos el espacio escolar como un ámbito de desarrollo de vocaciones, donde los estudiantes antes de pelear por alcanzar ciertos puntajes, tuvieran la posibilidad de conocer diferentes ámbitos del saber con la motivación propia de inclinarse hacia uno u otro. El cambio propuesto es más grande que la PSU y el desafío de crear una herramienta válida para la admisión universitaria es aún mayor. Sin embargo, para esta gran tarea, es necesario que primero discutamos sobre cómo los jóvenes se enfrentan a esta etapa de sus vidas. Es momento que le otorguemos una mirada renovada, otorgando nuevas herramientas, que le permita a los jóvenes mirar la Educación Superior como un momento de desarrollo pleno de sus vocaciones, antes que la carrera por un puntaje determinado.
Monserrat Risco
Investigadora del Centro de Extensión y Estudios CEUSS
Universidad San Sebastián
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