Ante el agitado ritmo de vida actual se hace necesario desarrollar un hábito de pausa y bienestar que contribuya a mejorar la salud mental, especialmente cuando se presentan signos de agotamiento emocional como estrés crónico, dificultad para conciliar el sueño o insomnio, cambios en el estado de ánimo o una baja en el rendimiento en actividades laborales o estudiantiles.
El bienestar se comprende como un estado de equilibrio integral, ya que comprende las dimensiones emocional, psicológica, física y social de una persona. “Se vincula con la satisfacción con la vida, el sentido de propósito y la capacidad para gestionar de manera efectiva las emociones y las relaciones interpersonales”, explica la psicóloga y académica de Vinculación con el Medio de la Universidad San Sebastián (USS), Carol Bazignan.
Este estado, visto desde el enfoque de la neurociencia, se relaciona directamente con el funcionamiento de sistemas cerebrales clave como el de recompensa, el que influye en la experiencia de placer y motivación, señala Bazignan. Para fomentarlo, es necesario establecer acciones conscientes y deliberadas, las que en conjunto promueven la neuro plasticidad, el equilibrio químico del cerebro y su óptimo funcionamiento, y son responsables de la adopción de un hábito.
La psicóloga USS comenta que el desarrollo de un hábito requiere de la repetición de acciones positivas, una intención clara y la motivación para cuidar de uno mismo. En ese sentido, para establecer rutinas es necesario que exista una intención consciente de “querer desconectarse” ya que esto activa circuitos cerebrales que con el tiempo automatizan y facilitan la creación de prácticas.
Dentro de las acciones que recomienda la académica USS para desarrollar este hábito de autocuidado, se encuentran algunas sencillas como la realización de actividad física, mantener una higiene del sueño adecuada o desconectarse de la tecnología.