Mario Fernández, Vicedecano de la Facultad de Medicina plantea la urgencia de cambiar un sistema de salud que requiere de mayor libertad de elección y asegurar calidad para todos los usuarios.
Este comentario se escucha con frecuencia y es que la salud, bien preciado aún más que la educación, se desarrolla en un modelo poco equitativo.
La crítica al modelo se centra en la inequitativa distribución del gasto, que el año 2014 alcanzó para el sector público los US$ 10.500 millones, con un per cápita de US$ 782 para los más de 13 millones de afiliados a Fonasa y de US$ 1.282 para los 3 millones de cotizantes de las Isapres.
En lo general nuestro sistema está conformado por tres tipos de instituciones; un gran seguro público de Salud al que concurre el 70% de los chilenos, el Fondo Nacional de Salud (Fonasa), con dos vertientes, una mal llamada de libre elección, con un precario grado de libertad para el cotizante y una segunda, la institucional, que obliga al afiliado a atenderse casi exclusivamente en los establecimientos del sistema público de Salud.
Un 2º grupo está conformado por los sistemas de Salud de las FF.AA. y Carabineros, fuertemente subsidiados y con una cobertura algo superior al 10% de la población.
El 3º, las Isapres; las cerradas (de los trabajadores del cobre, de las empresas eléctricas, de la banca, de ferrocarriles etc.) altamente ineficientes y subsidiadas y las abiertas, sistema de seguro de Salud al que pertenecen algo más de 3 millones de chilenos que, como usted y como yo, confiamos nuestro 7% de cotización obligatoria de salud a su gestión.
La crítica al modelo se centra en la inequitativa distribución del gasto, que el año 2014 alcanzó para el sector público los US $10.500 millones, con un per cápita de US $782 para los más de 13 millones de afiliados a Fonasa y de US $1.282 para los 3 millones de cotizantes de las Isapres.
Otras críticas se relacionan con la ineficiencia de la gestión en los hospitales públicos, sobreendeudados y con enormes listas de espera para las patologías No AUGE, con la injusta distribución de los subsidios y con las imperfecciones en la institucionalidad que regula la salud privada.
Hoy se ha puesto énfasis en las reformas tributaria, educacional y laboral, postergando una vez más la urgencia de cambiar un sistema de salud, ineficiente y poco trasparente, que requiere de mayor libertad de elección y asegurar calidad para todos los usuarios.
El 2010 el gobierno de Sebastián Piñera invitó a expertos a estudiar una reforma, que considerara la creación de un “Plan universal de salud” común para todos, generándose dos propuestas, una minoritaria, atribuida al empresariado y a las Isapres, que sugería financiar el sobrecosto del plan universal con subsidios directos del Estado a la cotización individual, y una 2ª, formulada por salubristas y expertos cercanos a la Nueva Mayoría y a algunos sectores de la Derecha no empresarial, que sugería financiar el costo de esta reforma por la vía de un modelo solidario, en que los usuarios con menor siniestralidad y mayores ingresos aportaban sus excedentes al financiamiento de aquellos con mayor siniestralidad y menores aportes.
Hoy se ha puesto su énfasis en las reformas tributaria, educacional y laboral, postergando una vez más la urgencia de cambiar un sistema de salud, ineficiente y poco trasparente, que requiere de mayor libertad de elección y asegurar calidad para todos los usuarios. El anuncio formulado por la ministra de retomar la agenda para una reforma, abre una tibia mañana de esperanza para este sector olvidado.
Mario Fernández Gutiérrez
Vicedecano Facultad de Medicina
Universidad San Sebastián
Vea la columna en diario La Tribuna.