Hipótesis de trabajo científico es que, en definitiva, las posibilidades de un interno de reinsertarse socialmente dependerán directamente de las condiciones del centro de detención.
“No podemos pedir ni hablar de reinserción social, si no hay precondiciones para eso. Y las precondiciones son, por ejemplo, un trato más digno a los reclusos, bajar los niveles de violencia, ocupar el tiempo libre y brindar intervenciones de mejor calidad, entre otros”. Así, el docente investigador, Dr. Guillermo Sanhueza, propone desde la investigación cómo se podría hacer frente hoy a la crisis del sistema carcelario que vive el país.
“Contrario a lo que comúnmente conoce la gente -que todas las cárceles son iguales- mi estudio ha demostrado que hay profundas variaciones entre una cárcel y otra. Hay problemas comunes como la infraestructura o la violencia, pero hay mucha variabilidad en cómo se administran las cárceles, cómo influye el liderazgo penitenciario, cómo es la cobertura y la calidad de los programas que se ofrecen o los niveles de maltrato hacia los reos. Esto nos permite anticipar ciertos resultados que van a ser muy distintos”, puntualiza el académico que lidera una iniciativa Fondecyt.
La hipótesis de trabajo es que, en definitiva, las posibilidades de reinsertarse socialmente de un recluso en una cárcel u otra dependerán directamente de las condiciones de ésta.
“Desde mi perspectiva, hay dos razones por las cuales mejorar las cárceles es urgente y beneficioso socialmente: Primero, porque la gran mayoría de los reclusos (salvo quien muera en prisión) va a regresar al medio libre en algún momento y la pregunta es cómo van a salir. Si nos despreocupamos de las cárceles, estamos dejando espacio para más reincidencia futura y el fortalecimiento del crimen organizado. Segundo, debemos recordar que -sin ánimo de justificar el delito- las cárceles están llenas de personas con desventajas sociales severas, muchos de ellos arrastrando graves hándicaps desde la propia infancia y que, a pesar de los delitos cometidos, siguen siendo personas con dignidad. Eso es lo que pensamos quienes creemos en Dios y/o en los Derechos Humanos. ¿No son las cárceles acaso una bofetada en la cara de todos nosotros clamando por una sociedad más justa? En otras palabras deberíamos preocuparnos más de nuestras cárceles por razones de seguridad pública y justicia social”.
Un primer paso hacia el mejoramiento del sistema penitenciario pasaría por replantear las expectativas que existen respecto a las cárceles: “A pesar de que como país declaramos querer rehabilitar, nuestros esfuerzos y expectativas como sociedad en materia carcelaria muchas veces priorizan más bien la incapacitación y la disuasión, por sobre la idea de reinserción o restauración. Dicho de otra forma: la crisis del sistema penitenciario chileno no pasa solo por mejorar su deteriorada infraestructura, lo cual es condición necesaria, pero no suficiente para avanzar hacia la ansiada reinserción”.
En la opinión del investigador, el país necesita abordar los siguientes puntos para una mejora real de las cárceles: Contar con una ley de ejecución de penas, que integre de manera armónica y coherente los esfuerzos en la etapa en que las personas cumplen condena por sus delitos; mejorar y/o crear infraestructura penitenciaria, con énfasis en la habilitación de espacios de reinserción socio-laboral e intervención psicosocial; modernizar Gendarmería de Chile, incluyendo una mayor profesionalización del personal uniformado y civil, incluyendo mejoras sustantivas en el entrenamiento y burnout que sufren los profesionales que allí trabajan; robustecer el estudio científico de la criminalidad, de la reinserción social y de las cárceles, a través de un fortalecimiento de la investigación social y la academia; e implementar programas y estrategias de acción conjuntas entre sector público y privado (municipios, empresas, Gendarmería, universidades, etc.). Todo esto con el fin de facilitar el proceso de integración social de las personas que han estado presas.
“En suma, el llamado al país es no descuidar lo que ocurre con nuestras cárceles: nuestra seguridad pública (y la de nuestros hijos y nietos) y nuestro nivel de humanidad se juega en ello”.
El académico de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad San Sebastián, Guillermo Sanhueza, encabeza la investigación “El desempeño moral de las cárceles como prerrequisito para la reinserción social”, estudio financiado por CONICYT, a través del concurso FONDECYT de Iniciación. Doctor en Trabajo Social y Sociología por la U. de Michigan, Sanhueza ha estudiado el sistema en Estados Unidos y Brasil, y sobre la base de ello propuso el por qué deberíamos mejorar las cárceles y preocuparnos como sociedad.