Los niños necesitan del apoyo de sus cuidadores, pero cuando se transforma en sobreprotección puede generar incluso problemas de autoestima. Académica USS ahonda en el tema.
El concepto “padres helicópteros” alude a quienes están permanentemente sobrevolando alrededor de sus hijos “con la intención de supervisar constantemente todo lo que sucede con ellos y guiar cada una de sus acciones”, dice Consuelo Novoa, psicóloga y académica de la Facultad de Psicología de la Universidad San Sebastián.
En esta entrevista la académica ahonda en el tema y entrega recomendaciones para no caer en esta práctica.
-¿Qué puede ocasionar?
Este estilo sobreprotector y controlador de crianza, pudiera a largo plazo favorecer problemas de conducta, inseguridad, baja autoestima y conflictos en las relaciones sociales. Los padres helicópteros no sólo protegen de amenazas reales, sino que van creando escenarios de posibles riesgos y anticipando situaciones que no han ocurrido. Producto de esto, terminan, por ejemplo, haciendo las cosas por sus hijos e hijas, o decidiendo con quiénes deben jugar, impidiendo así su sano desarrollo. Ejemplos de ello es cuando les resuelven las tareas del colegio o intervienen en los problemas entre pares.
-¿Cómo debería regularse esta conducta de los padres?
Los niños necesitan ser protegidos por sus padres o cuidadores sobre todo cuando son más pequeños. Ellos necesitan del afecto y cariño, pero cuando existe una exageración en los cuidados puede haber un impacto en su crecimiento.
Madres y padres deberían ir regulando su comportamiento, permitiendo que sus hijos e hijas crezcan, desarrollen autonomía, adquieran responsabilidades y tengan libertad para ir tomando decisiones acordes a su edad. Es importante también, que niños y niñas enfrenten la frustración cuando se equivocan y que desarrollen habilidades para sobrellevarlo. Hay que mostrarles que equivocarse es parte de la vida y que puede ser un importante aprendizaje.
–¿Cómo potenciar la seguridad en niños y niñas?
Si queremos fomentar su autonomía y que se sientan seguros, entonces permitamos que ellos puedan desenvolverse normalmente en sus actividades y brindémosle la posibilidad que resuelvan sus problemas. Elogiemos sus esfuerzos pese a que tal vez no les resulte tal cual como se espera. Para sentirse capaz hay que tener la oportunidad de intentar o de resolver un problema. Si permitimos que niños y niñas, que cuentan con las habilidades necesarias, realicen ciertas actividades por si solos, no estamos abandonándolos, estamos permitiéndoles crecer y sentirse capaces.