En el Día Internacional de la Mujer Emprendedora, la académica USS, Paula Quiñones, destaca que las emprendedoras tienen grandes capacidades para los negocios, benefician de forma directa a sus familias y son un real aporte al crecimiento económico del país.
La pandemia ha sido una de las causantes del empujón que ha forzado a muchas mujeres a atreverse a emprender en estos últimos dos años. Sin distinguir edad, nivel socioeconómico y origen, han realizado esfuerzos y con mucha valentía han tenido que reinventarse desde sus propios hogares, sorteando múltiples obstáculos y dificultades e incluso, en ocasiones, en contra de la opinión de sus propias familias.
En general, las mujeres emprendedoras han tenido en el desarrollo de sus emprendimientos menos dificultades que los hombres, porque se reconoce en ellas un mejor desarrollo de su inteligencia emocional. En particular, de sus habilidades sociales, tienen mejor capacidad de adaptación, resiliencia y buscan ayuda cuando lo necesitan.
De a poco la cultura emprendedora ha sido instalada en las mujeres, quienes se ven cada vez más empoderadas, pero no por ello, sin varios desafíos, como promover el trabajo asociativo y colaborativo entre pares, enfrentar la posibilidad de aumentar y mejorar sus conocimientos y competencias y, por sobre todo, enfrentar el desafío de la gestión del tiempo, puesto que es muy común escucharlas decir “no tengo tiempo para nada”.
Para facilitar su desarrollo se hace necesario descentralizar a nivel país, pero también en las propias regiones. Los apoyos dispuestos por instituciones públicas que buscan fomentar el emprendimiento femenino se deben adecuar a los diferentes contextos que tiene el país, partiendo por mejorar las brechas existentes en el acceso a la información y a la tecnología, especialmente en las zonas rurales donde, por ejemplo, no hay Internet y hay enormes brechas digitales.
Los emprendimientos liderados por mujeres tienen un desafío mayor, puesto que la gran mayoría de ellas siguen siendo responsables de los quehaceres del hogar y del cuidado de sus familiares, lo que muchas veces les dificulta participar en actividades o instancias de formación y perfeccionamiento para fortalecer, por ejemplo, sus capacidades comerciales y de gestión del negocio.
Las emprendedoras son, sin lugar a duda, mujeres que tienen un impacto multiplicador en la sociedad y actualmente, a partir del aumento de iniciativas lideradas por ellas, se ha demostrado que tienen capacidades para los negocios, benefician de forma directa a sus hijos e hijas y son un real aporte al crecimiento económico del país, entregando un mayor sentido de justicia y dignidad al desarrollo regional y nacional.
Paula Quiñones Constanzo
Académica de Vinculación con el Medio
Escuela de Ingeniería Comercial
Universidad San Sebastián