Tras la huella de los microplásticos: Una travesía científica por los mares de Chile

La primera expedición científica del Centinela I, liderada por la Dra. Karla Pozo, culminó con éxito tras realizar muestreos en la desembocadura de seis ríos desde Puerto Montt a Concepción. Esta expedición pionera, primera en su tipo en el Pacífico sur, marca un hito en la investigación ambiental al examinar el flujo de microplásticos desde los ríos hacia el mar, aportando datos esenciales para mapear la presencia y analizar el impacto de estos contaminantes tanto en los ecosistemas como en la cadena trófica.

En el corazón de la ciencia está la exploración, una búsqueda continua de datos y respuestas para documentar y comprender aquello que se estudia. La primera expedición científica del Centinela I, la embarcación-escuela de la Universidad San Sebastián, encarna este espíritu de descubrimiento, trazando su curso a través de los mares de la costa del centro-sur de Chile.

En esta travesía, liderada por la doctora Karla Pozo, un equipo de científicas, estudiantes y un coordinador de comunicaciones de la VRID de la Universidad San Sebastián, salió en busca de respuestas sobre la prevalencia y el impacto de los microplásticos en los ecosistemas fluviales y marinos. La expedición se propuso entender cómo estos contaminantes, a menudo invisibles pero omnipresentes, viajan desde fuentes terrestres a través de los ríos y llegan a los mares, impactando tanto la vida marina como la salud humana de maneras que aún no se conocen del todo.

Navegando desde el sur de Puerto Montt hasta Concepción, el Centinela se convirtió en laboratorio flotante para la toma de muestras de agua de las desembocaduras de los ríos en seis puntos estratégicos. Buscando dilucidar el tránsito, la concentración, distribución y tipología de los microplásticos presentes, este viaje no solo fue una misión científica, sino también una aventura en la frontera de lo conocido, ya que no existen estudios previos de este tipo en la costa chilena ni en el Pacífico Sur en general.

El equipo recolectó exitosamente muestras en aguas superficiales en cada estación utilizando una Red Manta, y una bomba eléctrica para muestreos a 10 metros de profundidad, comparando dos metodologías distintas para enriquecer el análisis. Paralelamente, se fueron tomando mediciones de los parámetros físicos y químicos de las columnas de agua. Estos datos, junto con el registro preciso de los puntos del transecto, permitirán posteriormente realizar un mapeo detallado de las concentraciones de microplásticos, y otros contaminantes.

De esta forma, la expedición aportará información nueva y única. Datos fundamentales desde el punto de vista científico, pero útiles también para generar estrategias de mitigación y políticas que permitan reducir estos contaminantes y sus efectos en la salud humana, animal y ambiental, así como su potencial impacto económico en la actividad pesquera.

Una experiencia transformadora

A bordo del Centinela I, la tripulación enfrentó desafíos meteorológicos y técnicos, pero el trabajo en equipo, el profesionalismo y calidad humana prevalecieron en todo momento. La Dra. Karla Pozo, líder de la expedición, destaca que “aparte de ser la primera expedición científica organizada por la USS en esta embarcación, estuvo constituida en su mayoría por mujeres. También es muy notable la manera en que la tripulación nos protegió durante la travesía desde Puerto Montt hasta Concepción, frente a las adversidades meteorológicas, físicas y psicológicas”.

“Desde la perspectiva técnica, podemos mencionar que hay a primera vista una identificación de características de los sitios de muestreo. Observamos variaciones interesantes, como mayor presencia de microalgas en ciertas áreas, cambios en la coloración del agua en otras, y en algunas estaciones, la presencia visible de fibras sintéticas y microplásticos. Estos hallazgos preliminares serán analizados con mayor detalle en el laboratorio”.

Camila Jacobsen, alumna del Magíster en Innovación en Biociencia y Bioingeniería USS sede Concepción, comenta que la expedición “fue una experiencia maravillosa en la que pude aprender no solo del trabajo de muestreo sino también otras vivencias dentro del mismo barco. Pudimos reaccionar a distintas adversidades como grupo y lograr el fin de muestrear en todos los puntos del transecto”. Cecilia Martínez, estudiante de Ingeniería Civil Industrial sede Patagonia, y miembro del Programa de Honor de la Facultad de Ingeniería, Arquitectura y Diseño, destaca asimismo “la gran oportunidad de compartir principalmente con mujeres científicas. Se generó un grupo humano muy rico en apoyo, en trabajo en equipo, en colaboración, por lo que fue una experiencia muy gratificante, de aprendizaje inmenso”.

Nicolás Romero, coordinador de comunicaciones y medios digitales de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorados, quien realizó el registro audiovisual de la expedición, comenta que ésta tuvo todos los componentes de una gran travesía. “Los muestreos se realizaron en los tiempos planificados y con el rigor científico de excelentes investigadoras. Por otro lado, pese las adversidades de lo que implica cualquier navegación, la tripulación al mando nos mantuvo seguros en todo momento, son grandes profesionales. Se formó un grupo humano muy lindo, rodeados de paisajes hermosos y conmovedores. Fue una experiencia realmente enriquecedora, que esperamos siga contribuyendo en la protección de los océanos”.

Rumbo firme al descubrimiento

La capitana de la embarcación, Millaray Briceño, tuvo la tarea de timonear y salvaguardar la expedición, que califica como un éxito total. “Fue un honor compartir con el equipo científico, vivir su realidad, entender sus procesos y lo que hacen”, señala, destacando también la calidad humana y profesional del equipo. “Con este proceso de aprendizaje de estar a cargo del barco y conocer las necesidades de los científicos, podemos ayudar aún más a hacer más ameno, más seguro y fácil para ellos su trabajo. La embarcación siempre está disponible y abierta para quienes tengan el gusto por seguir explorando, seguir descubriendo y hacer un aporte a las aguas chilenas”.

Con esa misma visión, Francisco Sánchez, director del proyecto Centinela I, señala que el Buque Escuela es justamente “una búsqueda interminable de nuestra institución por ser innovadores en la manera en que habitamos nuestro territorio, y en especial, en lo remoto y austral”.

“Centinela I tiene una componente única, que es generar una sana soberanía en nuestros mares vía la investigación, activaciones médicas en zonas remotas, vinculación con el medio, expediciones científicas y deportivas, apoyos en desastres naturales, pero por sobre todo, se traduce en una experiencia única en cómo formamos y educamos a los futuros profesionales de nuestro país, con una cuota de realidad de nuestro complejo y único territorio. Esta primera expedición científica a bordo del Centinela I marca un hito en nuestra institución, tanto por la complejidad y singularidad del estudio, como por el trabajo en equipo entre vicerrectorías, decanatos y sedes”.

“Embarcados en el “Centinela I” estamos en una posición única para explorar y profundizar nuestra comprensión de problemáticas relacionadas con el resguardo de los ecosistemas marinos”, coincide el Dr. Carlos Vio, vicerrector de Investigación y Doctorados USS, quien destaca además la “rigurosidad científica en la planificación de esta primera expedición, que constituye un hito en la investigación ambiental en Chile. No sólo nos permite liderar en el estudio de los microplásticos y otros contaminantes, sino que también fortalece nuestra capacidad de contribuir con soluciones basadas en ciencia para los desafíos ambientales actuales”.

Finalmente, la Dra. Karla Pozo concluye resaltando “el apoyo institucional de la Universidad San Sebastián, que nos brindó la oportunidad de llevar a cabo esta investigación. Este proyecto, en el que hemos trabajado durante tres años, refleja el compromiso de la Universidad con la ciencia aplicada y la investigación ambiental, permitiéndonos cumplir con los objetivos propuestos”.

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