Manejo efectivo de factores de riesgo permite prevenir enfermedades respiratorias

Para enfrentar las infecciones respiratorias agudas se deben considerar tres elementos básicos: tratamiento médico a través de fármacos, la kinesioterapia y las medidas generales que deben adoptar el paciente y la familia.

Enfermedades respiratorias

Prevenir y actuar a tiempo son clave para evitar las enfermedades respiratorias típicas de invierno y sobre todo sus complicaciones. Patologías que se desencadenan por estos meses a causa de las bajas temperaturas, humedad y polución ambiental.

Como todos los años, el Ministerio de Salud ya comenzó con la campaña de invierno, cuya primera estrategia es la vacunación contra la influenza destinada a los grupos etarios más vulnerables, es decir, menores de 6 años, embarazadas de 13 semanas y más, adultos mayores y pacientes crónicos independiente de su edad.

Eduardo Mellado USSEduardo Mellado Quintana, kinesiólogo de sala IRA y académico de Kinesiología de la Universidad San Sebastián Sede Concepción, dice que “no hay enfermedades más o menos graves, sino que hay un huésped más o menos vulnerable, así como  hay condiciones ambientales más o menos críticas, lo que a la postre se trasforman en factores de riesgo”.

El especialista de la Facultad de Ciencias de la Salud USS comenta que es necesario intervenir los factores de riesgo para prevenirlos y, a la vez, promocionar estilos de vida amigables con la salud.

 Del resfrío a la bronconeumonía

Eduardo Mellado indica que se debe tener presente la amplia gama de enfermedades del sistema respiratorio,  desde el resfrío común hasta la bronconeumonía, pasando por todas las IRAs (infección respiratoria aguda) altas tales como laringitis, faringitis, amigdalitis, sinusitis y otitis, así como las IRAs bajas como las bronquitis en general y las neumonitis.

“El límite entre una y otra es tan frágil como inexistente, en realidad no hay barreras, por lo tanto, son frecuentes las complicaciones, que consisten en que de un territorio se pasa con mucha facilidad hacia otro. Tal es el caso frecuente de los lactantes que presentan un cuadro respiratorio alto y que, al no tomar las medidas terapéuticas adecuadas, pueden complicarse a bronquitis y hasta neumonía, lo que se traduce en que un cuadro mal tratado, por simple que parezca, puede desencadenar  un cuadro más complejo y de mayor gravedad”.

 

“no hay enfermedades más o menos graves, sino que hay un huésped más o menos vulnerable, así como  hay condiciones ambientales más o menos críticas, lo que a la postre se trasforman en factores de riesgo”.

Cuadros obstructivos

Entre los cuadros más difíciles de manejar están las crisis bronquiales con características obstructivas, más conocidas como síndrome bronquial obstructivo (SBO). Tienen dos etapas. La primera se caracteriza por presentar broncoespasmo y congestión bronquial, es decir, fisiopatológicamente presenta hiperreactividad e inflamación (edema) bronquial. Esta es la etapa más complicada ya que produce variados grados de dificultad respiratoria, lo que en los lactantes y adultos mayores representa la gravedad del cuadro.

Posteriormente el cuadro pasa a una etapa menos obstructiva y más secretora, “que se caracteriza por la presencia de variados niveles de flemas bronquiales, que si bien es muy molesto para los pacientes, representa un estado menos grave del cuadro”.

Ambas etapas duran entre 3 a 5 días cada una en lo ideal, sin embargo, en los pacientes con predisposiciones (también conocidos como hiperreactivos, crónicos o hiperalérgicos), estas etapas pueden complicarse tanto en tiempo como en gravedad, dice Mellado.

Recalca que no se debe olvidar que el compromiso de las vías aéreas, como las bronquitis en general, es la puerta de entrada a las neumonías, que implican mayor gravedad.

 Tratamientos

El tratamiento general  de estos cuadros consiste en tres elementos básicos: farmacoterapia, kinesioterapia y las medidas generales que deben adoptar el paciente y la familia.

Si bien el diagnóstico se debe realizar en un centro asistencial por un profesional médico, existen algunos signos y síntomas relativamente sencillos de identificar, que pueden orientar respecto de la presencia de algún cuadro  respiratorio. Entre ellos se pueden mencionar: frecuencia respiratoria por sobre lo normal (respiración rápida) que en los lactantes no debiera superar 40 respiraciones en 1 minuto, hundimiento del tórax, cianosis (se oscurece la piel alrededor de la boca), ruidos respiratorios anormales audibles al oído como silbido, estridor (ruido agudo de origen laríngeo), ronquido, congestión nasal, entre otras.

También hay que estar atentos a otros signos, dice el kinesiólogo, como disfonía, estridor y tos “perruna”, propia de cuadros de laringitis; coriza y congestión nasal, estornudos, tos seca, fiebre, dolor de garganta, dolor al tragar, dolor de oídos y dolor de cabeza, son propias de cuadros de las vías altas; fiebre, presente por lo general en cuadro de vías altas (tales como faringitis, amigdalitis, otitis, sinusitis, laringitis).

Agrega que los cuadros de vías bajas  (bronquitis y neumonía) frecuentemente no cursan con fiebre, más aun, las neumonías de los lactantes menores y los adultos mayores casi nunca cursan con fiebre.

También se deben mencionar, entre los síntomas, decaimiento, falta de apetito y somnolencia, que son propios de la neumonía de los lactantes, mientras que el decaimiento, sudoración fría y estado confusional son propios de las neumonías de los adultos mayores.

 Factores de riesgo y contagio

Respecto de los factores de riesgos, el kinesiólogo menciona el hacinamiento en lugares concurridos como jardines, colegios, centros comerciales y locomoción colectiva, la contaminación intradomiciliaria a través del humo de estufas y la humedad, la polución proveniente de industrias y automóviles, el humo del tabaco, el frío, la mala ventilación, deficientes hábitos de aseo.

“Lo más básico para enfrentar las patologías respiratorias es la prevención de los factores de riesgo. Está demostrado que la lactancia materna protege de las infecciones respiratorias y ayuda al correcto desarrollo del sistema inmunológico, lo que otorga protección a largo plazo, con un efecto de vacuna natural”, indica.

Agrega que también es necesario mantener las vacunas al día, evitar cambios bruscos de temperatura (no desabrigar pero tampoco arropar en exceso), toser en el codo o pañuelo desechable y no en las manos, limpieza frecuente de juguetes y utensilios, evitar que adultos enfermos se acerquen a niños, lavado de  manos frecuente con agua y jabón y evitar lugares muy concurridos.

Asimismo, Mellado recomienda no fumar dentro de la casa, encender y apagar estufas en el exterior y ventilar el hogar al menos una vez al día.

“Los niños y principalmente los preescolares y de sala cunas que estén enfermos es preferible que no asistan a clase por un par de días, para evitar empeorar su cuadro y evitar el contagio a otros escolares”, aconseja.

También es fundamental realizar los procedimientos y seguir las indicaciones que entrega el equipo de salud en cuanto a medicamentos, uso correcto de los inhaladores, aseo nasal con suero y aspirador nasal.

Cecilia Díaz
Prensa USS
 

 

 

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