Dejar de ser una economía basada en la extracción de recursos naturales para transformarnos en una cimentada en el conocimiento pasa por destinar más recursos a la investigación e innovación.
Preocupación ha generado en la comunidad científica el anuncio de disminución de la inversión en ciencia, tecnología e innovación en la Ley de Presupuesto. Nuestro país está muy lejos de aquellos que lideran en esta área y de hecho es el miembro de la OCDE que menos invierte en ciencia, llegando apenas al 0,38% de su Producto Interno Bruto. El desafío es alcanzar el 1% del PIB en los próximos años, meta que se avizora lejana si se considera el escaso interés de la autoridad en este ámbito, cuyos logros se observan por lo general a largo plazo.
Aumentar los recursos que se destinan a generar conocimiento debería ser una de las prioridades del país si pretendemos mejorar nuestra competitividad y lograr mayores niveles de progreso. Dejar de ser una economía basada en la extracción de recursos naturales para transformarnos en una cimentada en el conocimiento pasa por destinar más recursos a la investigación e innovación. Pero no es un asunto sólo de cantidad de dinero sino que debe existir un marco que permita optimizar la inversión y lograr que verdaderamente redunde en el desarrollo del país.
Aumentar los recursos que se destinan a generar conocimiento debería ser una de las prioridades del país si pretendemos mejorar nuestra competitividad y lograr mayores niveles de progreso.
Un aspecto que se debe considerar es diseñar una estrategia para que la empresa privada se involucre en este desafío y asuma la ciencia como una inversión y no un gasto. Hoy la actividad científica se concentra en las universidades que desarrollan proyectos con financiamiento público que, ante las diversas demandas del país, siempre es limitado. En los países desarrollados el aporte de los privados en la generación de conocimiento es relevante y esa es la senda que deberíamos seguir. Ya sea a través de alianzas público-privadas o con iniciativas propias, la investigación científica debe convertirse también en una responsabilidad para las empresas.
Además de lo anterior, es fundamental que se fomente la realización de proyectos de investigación en regiones que permitan dar respuesta a requerimientos de estas comunidades. No podemos dejar que el centralismo que ahoga al país en tantos aspectos se repita en este ámbito que es clave para el progreso del país.
Ya sea a través de alianzas público-privadas o con iniciativas propias, la investigación científica debe convertirse también en una responsabilidad para las empresas.
Ante la escasez de recursos, se deben hacer grandes esfuerzos para sacar el máximo provecho de cada peso que se invierta sobre todo si se trata de recursos públicos. Es así que en muchos casos la mejor opción es la cooperación entre universidades y de éstas con organismos públicos y privados. En los proyectos de investigación científica debería ser una norma el espíritu colaborativo entre investigadores y en el uso de capacidad instalada. Aunar esfuerzos por definir áreas de interés en cada zona del país considerando su actual y futuro desarrollo permitirá que la comunidad científica sea capaz de aportar a un progreso equilibrado. En ese sentido resulta relevante vincular la producción científica con el mundo productivo para lograr que las empresas sean más eficientes y competitivas.
En el caso de nuestra universidad, hemos definido como política realizar investigación atingente a las necesidades de cada región donde tenemos sede. Por ejemplo, en Concepción hemos concretado proyectos con los lecheros de Biobío y con los productores de vino del Valle de Itata dando muestras de un real interés por generar un impacto en el mundo productivo. Así, con proyectos con real aplicación avanzamos en nuestro objetivo de aportar al desarrollo del país.
Sergio Castro Alfaro
Vicerrector Sede Concepción
Universidad San Sebastián
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