El arribo de extranjeros es un aporte invaluable al desarrollo del país, pero así como se trata de una contribución también nos impone desafíos.
En las próximas décadas, Chile será un país muy distinto al actual, desde el punto de vista demográfico. Al igual que todos los países que transitan hacia el desarrollo, experimenta y continuará experimentando un acelerado envejecimiento poblacional que afectará diversos ámbitos de la sociedad, como el mercado laboral y las pensiones. Una realidad para la que debemos estar preparados.
De acuerdo con cifras de Instituto Nacional de Estadísticas, en 1960 Chile tenía una tasa global de fecundidad (número promedio de hijos por mujer) de 5,5. Al 2015, esta tasa disminuyó a 1,8 en el país. Desde el 2001, la cifra está por debajo de la tasa de reemplazo (2,1), que es el valor que permite el reemplazo generacional.
Según estadísticas del INE, en 1975 las mujeres de 30 a 34 años constituían el 15% del total de madres, mientras que en 2015 su participación aumentó a un 23,5%.
Del mismo modo, en los últimos años y por diversas razones culturales se ha observado una progresiva postergación de la maternidad. También, según estadísticas del INE, en 1975 las mujeres de 30 a 34 años constituían el 15% del total de madres, mientras que en 2015 su participación aumentó a un 23,5%.
Un factor que matiza este panorama y que permitirá de seguro evitar que la tasa continúe en picada es la llegada de inmigrantes, fenómeno que en Estados Unidos y algunos países de Europa ha contrarrestado el bajo crecimiento demográfico. El arribo de extranjeros es, por lo tanto, un aporte invaluable al desarrollo del país, pero así como se trata de una contribución también nos impone serios desafíos. Uno de los fundamentales es dictar una nueva ley migratoria que reemplace a la actual normativa que rige hace más de 40 años.
Chile requiere una legislación a la altura de los actuales estándares internacionales y que garantice los derechos de aquellos que, de manera legal, buscan en nuestro país una oportunidad de progreso.
Debemos avanzar en la protección de sus derechos tanto por humanidad como porque Chile los necesita para seguir avanzando. No obstante, más allá de una normativa, se requiere fomentar el respeto y la tolerancia frente a las diferencias y entender que la diversidad nos enriquece como nación. Los niños deben habituarse a vivir en un país multicultural y valorar las diferencias de raza, idioma, religión y costumbres, ya que Chile en un futuro próximo será distinto no sólo por la presencia de población de origen extranjero, sino también por las lógicas mezclas que nos darán una nueva fisonomía.
Los niños deben habituarse a vivir en un país multicultural y valorar las diferencias de raza, idioma, religión y costumbres,
Pero así como se requiere acoger a los extranjeros, se precisa establecer políticas públicas que fomenten la natalidad. En Chile, en el 2015 hubo casi 245 mil nacimientos, mientras que en 1990 la cifra bordeaba los 310 mil en el año.
Si bien la extensión del postnatal fue un paso en la dirección correcta, es necesario implementar nuevos y efectivos programas que apoyen a los padres y madres en la crianza de sus hijos así como lo han hecho otros países desarrollados.
En este desafío, las empresas tienen también un relevante papel que cumplir en la tarea de apoyar a sus colaboradores que deben compatibilizar su trabajo con la labor de padres. En definitiva es una responsabilidad de todos construir una sociedad que asuma que la inversión más rentable es aquella que se hace en su población.
Sergio Castro Alfaro
Vicerrector sede Concepción
Universidad San Sebastián
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