El cambio climático, la irresponsabilidad humana y la falta de cultura preventiva son algunos de los factores que potencian los incendios forestales en nuestro país.
Se convirtió en una lamentable costumbre. Cada año, en época estival, los incendios forestales azotan diversas zonas de nuestro país, poniendo en jaque los cuidados y la precaución que autoridades y ciudadanos tienen frente al tema. Millones de hectáreas quemadas, viviendas inutilizables y vecinos en albergues son solo parte de la cruda postal que dejan estos siniestros, donde la mano del hombre, directa o indirectamente, está presente.
Así lo advierte José Miguel Arriaza, director de la Escuela de Ingeniería Civil, Minas y Sustentabilidad de la Universidad San Sebastián, para quien el cambio climático conforma un escenario preocupante para nuestro sistema. “El efecto del cambio climático en la detonación de los incendios forestales es directa y se puede visualizar en varias dimensiones”, afirma. “La primera de ellas tiene que ver con los cambios de patrones y frecuencia del clima, lo que se ve reflejado en menos precipitaciones. Chile lleva 10 años de sequía, la más larga y prolongada desde que se tiene registro. A esto se suman eventos como olas de calor de manera más frecuente y de más larga duración (más de tres 3 días seguidos).
A juicio del académico, son varias las medidas que pueden reforzarse para limitar el avance de estos siniestros. “Es importante tomar medidas en torno al manejo de la vegetación (…) que existan, por ejemplo, cortafuegos en determinadas áreas a modo de detener la propagación de un incendio”, comenta. En este punto, el ordenamiento territorial es clave, sobre todo cuando hay población en riesgo.
Finalmente apunta a la educación ciudadana. “El 99,9% de los incendios forestales en Chile son causados por las personas, quienes dejan mal apagadas fogatas, tiran cigarrillos encendidos o abandonan basura en lugares inadecuados. El vidrio, por el efecto ‘lupa’, puede iniciar un incendio al ser arrojado en cualquier zona”, recalca. Por lo tanto, la educación de la población, y “el control que puedan ejercer los gobiernos locales es fundamental”.