La huella de los incendios forestales en el océano

El océano es el captador de carbono por excelencia, pues absorbe entre el 70% y el 80% del CO2. Cuando aumenta exponencialmente su cantidad, por ejemplo, ante un incendio forestal, este se disuelve con el agua, lo que cambia el pH marino, debilitando especies e incluso poniendo en peligro su supervivencia. Académico USS analiza este escenario.

La magnitud de los recientes incendios forestales, sumado al creciente peligro de nuevos desastres por efecto del cambio climático, han llevado a los expertos a poner foco en la supervivencia de la biodiversidad en conjunto con sus ecosistemas. Si bien, se suele asimilar que los incendios forestales generan un impacto directo en el ecosistema terrestre, un reciente estudio publicado por la revista Global Change Biology reveló el daño que generan a nivel oceánico.

El cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad son las principales amenazas globales de la actualidad. Matías Crisóstomo, académico de Ingeniería de Gestión de Expediciones y Ecoturismo de la USS, detalla que esta triple crisis ambiental propicia la aceleración de desastres como los incendios forestales que, en este caso, ponen en riesgo la supervivencia de algunas especies marinas.

Migración y desaparición de especies

Crisóstomo detalla que “el captador de carbono por excelencia a nivel mundial es el océano (absorbe entre el 70% y 80%), lo que lo convierte en el pulmón azul del planeta. El CO2 se descompone en el mar y cuando aumenta exponencialmente su cantidad, como ocurre en el caso de los incendios forestales, este se disuelve con el agua. Este proceso genera ácido carbónico y iones de hidrógeno, lo que lleva a acidificar el mar“.

Lo anterior implica que ciertos organismos que viven en el mar empiecen a perder fuerza en la formación de sus estructuras, como -por ejemplo- algunos moluscos. Lo mismo en términos de vegetación: en el mar, por ejemplo, se vería afectado directamente el plancton, mientras que en el río las algas marinas. “El cambio en el pH del agua incluso podría llevar a la extinción de especies como los corales”.

“Esto, a su vez, pone en jaque a las especies, haciendo que pasen a tener problemas para sobrevivir y, en ocasiones, migren a otras zonas”, dice Crisóstomo. “Si esto lo llevamos a un efecto dominó, también esto genera consecuencias en áreas como la pesca artesanal o el turismo”, agrega.

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