Nunca es tarde para obtener un segundo título profesional, y cuando hay un objetivo tan claro como generar una política pública para apoyar a los niños del Sename, la edad está lejos de ser un impedimento. Así lo demuestra Gloria Villar, estudiante octogenaria de Derecho Vespertino.
Cuando a Gloria Luz Villar le llegó la hora de jubilar, se sentía con demasiada energía como para quedarse en casa. Entonces decidió utilizar todos los años de experiencia que tenía en familia, no solo como madre de cinco hijos, sino que con 40 años a cuestas a cargo de programas de familia en la Municipalidad de Las Condes. Decidió matricularse en Derecho Vespertino en la Universidad San Sebastián.
A sus 81 años, y ya cursando el tercer año de la carrera, esta asistente social dice que es la mejor decisión que pudo tomar, porque esto le dará el impulso para capitalizar sus conocimientos y experiencia, a través de un proyecto de política pública enfocado en los niños del Servicio Nacional de Menores (Sename).
Cuenta que junto a su familia visitaban frecuentemente los hogares del Sename, y que, como madre, ella sabía que se podía hacer algo más por esos niños. Entonces fue que decidió estudiar Derecho, “para hacer un aporte como una política social de prevención, para que los niños no lleguen ahí, o si llegan, que puedan contar con tutores, un apoyo social y moral”, dice.
Una vez que egrese de la carrera, Gloria buscará llevar a cabo su iniciativa a través del apoyo de “toda la gente buena que busque el bien superior del niño”. Comenta que a través de tantos años de trabajo, ha logrado extender su cartera de contactos, entre profesionales dedicados a temas de familia y salud mental, políticos, e incluso grandes empresarios con los que alguna vez trabajó. Muchos de ellos, ya estarían dispuestos a unirse a su causa.
Y en su vida, Gloria ha tenido iniciativas de éxito. Fue gestora de la Beca de Educación de Las Condes y del programa de Educación para la Familia, lo que le permitió viajar como invitada a presentar el éxito de estos programas a Paris, Polonia, Canadá y otros países.
“Yo estaba convencida de que cualquier cambio viene desde la familia, y tenía un programa de educación donde contábamos con talleres para los padres, que tenía el objetivo de promover el desarrollo integral de la familia, desarrollando habilidades y herramientas que permitan enfrentar los problemas y desarrollar relaciones más funcionales”.
Dentro del municipio tuvo la oportunidad de estudiar un magíster en Mediación, lo que la llevó a formar el Centro de Familia y Mediación en las Condes, llegando a atender a un promedio de 300 personas, lo que también sembró en ella el interés por el Derecho, sumado a que en su época como estudiante en la Universidad Católica, la carrera de Trabajo Social dependía de la Facultad de Derecho y Humanidades. “La mayoría de los profesores que tuve fueron abogados, con una formación muy fuerte en ética y principios cristianos, lo que también me inspiró”, recuerda.