La contingencia política y judicial ha generado un foco de atención en cómo operan diferentes instituciones. Luis Bates considera que los ciudadanos deben propiciar su robustecimiento, más que denigrarlas.
Como director del Centro de Educación Ciudadana de la Facultad de Derecho de la U. San Sebastián, el abogado Luis Bates aporta conocimiento y entusiasmo a lo que él delinea como tema de fondo para el país: el funcionamiento de las instituciones en el Estado de Derecho.
Su experiencia de hombre público (ex ministro de Justicia, ex presidente del Consejo de Defensa del Estado, ex presidente del Capítulo Chileno de Transparencia Internacional) lo ubica como referente en temas de interés a nivel país, en una mixtura de testigo presencial y analista del Chile en discusión.
“Hemos escuchado con mucha frecuencia, especialmente desde el mundo político, la frase “dejen que las instituciones funcionen”. Me llama la atención que cuando las instituciones comienzan a funcionar, se produzca una especie de nerviosismo. A mi juicio, se está poniendo una presión indebida en las instituciones, en el sentido de que se les están pidiendo resultados “express”.
En el fondo, estamos hablando de justicia. Y las instituciones que integran el sistema, como por ejemplo el Ministerio Público, los jueces, las policías, los órganos del Estado como el Servicio de Impuestos Internos y muchos otros, precisamente deben hacer su trabajo a un ritmo que tenga relación con la seriedad y con la importancia que tiene la justicia. Creo que este nerviosismo que se ha producido no es bueno para el funcionamiento de las instituciones.
Hay que darle espacio y tiempo para que las decisiones se tomen con la mayor tranquilidad, sin premura, efervescencia o nerviosismo que estamos viendo en estos días”.
“Existe un principio en la Ley General de Base de los Procedimientos Administrativos que habla del principio de la coordinación entre las instituciones y los órganos del Estado. Sin conocer el detalle, tengo la percepción de que estas instituciones han estado trabajando dentro de lo que es razonable. A mi juicio, la ciudadanía puede estar tranquila en ese sentido, estamos hablando de temas muy serios y delicados como son las instituciones que integran el sistema de justicia de nuestro país”.
La ciudadanía tiene que apoyar a las instituciones más que estar criticándolas sin suficiente conocimiento de causa de las materias que se van desarrollando en esto.
“Además de dejar que efectivamente las instituciones funcionen, y no ponerles presiones indebidas, la preocupación legítima que si se advierte en estos días es que la corrupción tiene una serie de aspectos y componentes. Pero pareciera que aquí se está dando una correlación de elemento económico con el elemento político y sociocultural.
La relación de la política con el dinero, que es el tema en la actualidad, tiene que ver con estos dos componentes de la corrupción. Pero tal vez lo más delicado, y de ahí la complejidad de abordar estos temas en serio, es el aspecto sociocultural. Los hábitos, las costumbres, que pareciera que se vienen dando hace tiempo en el ámbito de las relaciones privadas, a diferencia del año 2003 con MOP-Gate que tuvo un foco en lo público”.
En mi opinión, las leyes son necesarias, pero completamente insuficientes para abordar temas de esta naturaleza.
“Además de las leyes, para mí los temas de fondo son socioculturales y de educación.
Educar a los educados, es decir a esas personas que han tenido muy buena formación pero que no han tenido un concepto claro del bien común, del bien general, haciendo prevalecer su bien particular, inmiscuyéndose en situaciones de esta naturaleza.
La gente opina muchas veces de las decisiones jurisdiccionales según los intereses que las personas tienen, o que representan. Si los favorecen, la justicia es buena. Si no lo hace, los jueces son incompetentes, etc. Hay que tener conciencia de lo sensible, complejo y difícil que es la función de administrar justicia en cualquier país”.
Cristián Fuentes S. Prensa USS