Fin de la Guerra Fría en América

El Director de la carrera de Ciencias Políticas y Gestión Pública, Pedro Díaz Polanco, comenta la reanudación de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba.

diaz_pedroCuando el presidente Barack Obama anunció en 2014 que buscaría un acercamiento con Cuba, muchos de sus opositores desconfiaron al asumir que esto lo haría para posicionarse y potenciar las posibilidades demócratas ante la próxima elección presidencial.

Independientemente de las reales intenciones del mandatario, el nuevo escenario en la interacción entre Washington y La Habana tiene un gran simbolismo en las relaciones internacionales.

Después de que Eisenhower rompiera la diplomacia con el régimen de Castro en 1961, las asperezas de la Guerra Fría alcanzaron de lleno a la región, mostrándose a Cuba como un bastión del comunismo que no debía replicarse en el continente, por considerarse como una amenaza a la seguridad de Estados Unidos.

Se decidió entonces imponer un embargo a la Isla para corregir la conducta política de Castro y como sanción ejemplificadora ante una potencial rebeldía de cualquier otro Estado que buscase una alianza estratégica con la Unión Soviética. Pero, por el contrario, el fracaso de estos objetivos reforzó la dictadura castrista, factor que potenció el equilibrio de poder dentro de la estructura del sistema internacional de la última mitad del Siglo XX.

Obama debiese encontrar en la política interna estadounidense los bastiones que soporten la efectividad de las negociones de esta nueva relación más allá de su mandato

Cabe señalar que no han existido elementos teóricos novedosos que expliquen –más allá del voluntarismo de Obama– una necesidad norteamericana de saldar esta deuda heredada, lo que refleja un punto débil en la posición del mandatario, que con seguridad será utilizado por los republicanos de cara a las presidenciales.

La restitución de las relaciones diplomáticas entre estos Estados no subsana las décadas de desconfianza entre ellos, por lo que Obama debiese encontrar en la política interna estadounidense los bastiones que soporten la efectividad de las negociones de esta nueva relación más allá de su mandato, lo que pondría fin a la última deuda de la Guerra Fría en América.

Pedro Díaz Polanco, Director Ciencias Políticas. Universidad San Sebastián

Vea la columna en Diario Financiero

WhatsApp