Asimismo, conversaron sobre cómo la crisis política en Venezuela significa una explosión migratoria hacia el continente latinoamericano y que la permanente alternancia en el poder como una forma de manifestación de rechazo de los ciudadanos con sus gobernantes en América Latina crean un escenario muy complejo para efectos del control fronterizo.
En ese contexto, comentaron que Chile debe debatir con sentido de Estado cuál va a ser la forma de controlar nuestro territorio terrestre por donde entran y salen personas, armas y drogas sin mayor control, particularmente los pasos no habilitados. Así, se requiere repensar el modelo de control con la lógica de la integración de las Fuerzas Armadas, probablemente en un sistema conjunto de colaboración orientado al resultado y con sistemas de televigilancia que permitan reducir los incidentes de vulneración fronteriza.
Finalmente expresó que esta discusión no puede estar marcada sólo por el crimen organizado o la delincuencia, sino que tiene que salir de lo electoral y pensar que nuestro sistema de control territorial terrestre debiera ser orientado a uno de seguridad, de integridad del territorio y cooperación vecinal.