Se estima que un 6,9% de la población entre los 5 y 17 años trabaja en Chile, es decir, unos 230 mil niños y niñas aproximadamente. En vísperas del Día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 de junio), el académico USS, Alejandro Gómez, analiza esta realidad.
Entendemos por trabajo cualquier actividad humana destinada a la producción de bienes o servicios, generalmente a cambio de una remuneración o precio que puede adoptar diferentes formas: salarios, honorarios, sueldos, etc. Se distingue en trabajo remunerado o no remunerado dependiendo de si el que efectúa el trabajo, produciendo el bien o prestando el servicio, recibe un pago a cambio de su labor (secretarias, profesores, etc.) o no (bomberos, voluntarios, dueñas de casa, etc.).
Podemos categorizar el trabajo de menores de edad en tres niveles. El trabajo permitido y beneficioso; el trabajo prohibido, cuya causa principal es la vulnerabilidad; y situaciones de explotación infantil.
La UNICEF considera trabajo infantil a toda actividad laboral, remunerada o no, realizada por niños o niñas menores de 15 años, que entorpezca su proceso educativo regular, afecte su salud (física o psíquica) o desarrollo integral. Se denomina trabajo adolescente cuando estamos en presencia de labores efectuadas por personas mayores de 15 años y menores de 18.
Por lo tanto, el “trabajo infantil” como tal, no contempla tareas o actividades que se desarrollan fuera del horario escolar o durante las vacaciones y, a su vez, no se trate de tareas peligrosas, ya sea para la salud física, psíquica o moral. Las tareas domésticas, apoyo en negocios familiares o actividades que no sean riesgosas no están prohibidas, incluso son beneficiosas para el desarrollo personal y el bienestar de la familia, proporcionándoles competencias y experiencias, preparándolos para ser miembros colaborativos de la sociedad en su época adulta, siempre y cuando no afecte la escolaridad. En estos casos estamos en presencia de un trabajo o tareas permitidas y beneficiosas.
Según datos de la OIT (Organización Internacional del Trabajo, 2017) existen 152 millones de niños o niñas que trabajan en el mundo.
Por otro lado, la explotación infantil es la situación más grave, ya que somete a los niños y niñas a situaciones de esclavitud, separación familiar, exposición a peligros y enfermedades y abandono.
Según datos de la OIT (Organización Internacional del Trabajo, 2017) existen 152 millones de niños o niñas que trabajan en el mundo. Esta cifra desde el año 2000 había disminuido 94 millones, pero debido a la actual pandemia, se espera que la cifra vuelva a crecer.
En el caso de Chile, se estima que un 6,9% de la población entre los 5 y 17 años trabaja, es decir 230 mil niños y niñas aproximadamente, según datos liberados por el Ministerio del Trabajo y Previsión Social en el año 2019. La mayor concentración de trabajo infantil se encuentra en zonas rurales, en las cuales un 9,7% de los niños y niñas se encuentra en esta situación. Al contrario, en zonas urbanas un 6,1% realizan actividades consideradas como trabajo infantil. Además, éste tiene una estrecha relación con la pobreza, ya que un 70% de los niños, niñas y adolescentes pertenece al 40% de los hogares de menores ingresos.
El año 2020 se incorporaron importantes modificaciones en el Código del Trabajo que buscaban dotar de mayor protección a los niños, niñas y adolescentes en el mundo del trabajo, buscando erradicar el trabajo infantil y regular el trabajo adolescente protegido. Los cambios más importantes fueron delimitar qué se entiende por mayor de edad, adolescente con edad para trabajar (15 a 17 años), adolescente sin edad para trabajar (14 años; algunos pueden trabajar excepcionalmente) y niño o niña (menor de 14 años) y definir qué se entiende por trabajo peligroso y trabajo adolescente protegido.
Además, se actualizaron los requisitos para la contratación de adolescentes con edad para trabajar, regulación de la jornada laboral máxima semanal y diaria (30 horas semanales, 6 horas diarias durante el año escolar y 8 en vacaciones o interrupciones escolares), se endurecieron las multas para los empleadores que incurran en infracciones en esta materia y se creó un registro para las empresas infractoras.
El gran problema hoy en día es que muchos niños, niñas y adolescentes se ven obligados a trabajar por la situación económica en la que viven sus familias, debiendo a temprana edad colaborar financieramente en sus hogares”.
La calificación de “trabajo infantil” dependerá de la edad del niño, niña o adolescente (que tenga la edad mínima para trabajar), el tipo de trabajo que realice (que no sea peligroso), cantidad de horas que destina al trabajo (que le permita continuar con su escolaridad, terminarla y su desarrollo integral) y condiciones en que lo realiza (sana y segura).
Sin duda, el tema es de la máxima preocupación, por diversos factores. En primer lugar, la situación natural de vulnerabilidad en la que se encuentran las personas menores de edad. En segundo lugar, por los efectos nocivos que tiene para el desarrollo integral. En tercer lugar, porque generalmente el trabajo infantil no permite o no es conciliable con la escolaridad. Y, por último, el trabajo infantil perpetúa situaciones de pobreza, desigualdad y vulnerabilidad.
Sin duda, los cambios introducidos en la legislación resuelven en cierta medida el problema en cuanto al trabajo infantil, pero no contempla una solución integral al mismo. El gran problema hoy en día es que muchos niños, niñas y adolescentes se ven obligados a trabajar por la situación económica en la que viven sus familias, debiendo a temprana edad colaborar financieramente en sus hogares. Esta situación vulnera los derechos de los niños, niñas y adolescentes y podría ser objeto de una medida de protección a favor de ellos y en contra de los padres o tutores ante los Tribunales de Familia. En estos casos, más que una sanción propiamente tal se debe trabajar con los adultos que tengan el cuidado personal, para concientizar sobre los efectos negativos del trabajo infantil, pero esta medida no es suficiente, ya que mientras se mantenga la situación de vulnerabilidad social y económica de la familia el trabajo infantil permanecerá.
Es importante que se trabaje con las comunidades en sus territorios para prevenir el trabajo infantil, elevando la importancia de la escolaridad, el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes, la seguridad y salud de los mismos y, también, la existencia de políticas públicas que apunten a las causas del trabajo infantil para ir reduciendo esta realidad hasta que desaparezca completamente, lo cual es una obligación moral que tenemos como sociedad.
Alejandro Gómez Sotomayor
Coordinador del Centro de Educación Ciudadana
Líder del Programa Territorial Hito “Más Ciudadanos Conectados”
Universidad San Sebastián