Éric de Meyer: el líder de restauración y conservación del Palacio de Versalles

El artesano francés ha desempeñado el rol de ebanista y restaurador principal del Palacio de Versalles en las últimas dos décadas. Su legado es un testimonio vivo de su compromiso en la preservación del patrimonio cultural y artístico de Francia. La protección del patrimonio cultural es fundamental, ya que engloba los elementos que constituyen la identidad de una nación.

El patrimonio cultural reúne todos aquellos elementos que construyen la identidad de las naciones y su protección es clave. Entendiendo esa relevancia, desde 2022 la Universidad San Sebastián imparte la Licenciatura en Arte y Conservación del Patrimonio, carrera que pertenece a la Facultad de Ingeniería, Arquitectura y Diseño. Uno de los focos es poner en contacto directo a los estudiantes con referentes en esta área.

En ese contexto, gracias a una iniciativa en conjunto con la Dirección de Extensión Cultural y el Museo de la Moda, se concretó la visita al campus Los Leones de Éric De Meyer, quien por 20 años ha encabezado el taller de ebanistería del Palacio de Versalles, en Francia. Estudiantes, académicos y público externo a la USS conocieron más del trabajo del equipo que trabaja en la restauración, barnizado y decoración de los más de 7.452 muebles que componen las valiosas colecciones del palacio parisino, sitio que congrega a 27.000 visitantes a diario.

El arte de restaurar el pasado

El destacado restaurador tiene una extensa trayectoria. Trabajó para los grandes almacenes y hoteles de lujo en París, para luego especializarse en el patrimonio cultural como ebanista. Esta área se enfoca en el trabajo con piezas únicas, específicamente, abarca la restauración de muebles excepcionales y con una historia ligada a la riqueza cultural.

¿Cuál es la pieza histórica más relevante que ha tenido el honor de restaurar en estos años?

“He tenido el honor de restaurar algunas de las piezas más destacadas de la historia, como el baúl de joyas perteneciente a la reina María Antonieta y la imponente mesa de Luis XVI, que posiblemente desempeñó un papel en la firma del Tratado de Versalles. Fue en ese tratado donde se acordó la ayuda militar que el rey brindó a Estados Unidos, un evento crucial que allanó el camino hacia la independencia de ese país. Mi trabajo me rodea con objetos que datan de finales de los siglos XVII, XVIII e incluso XIX, en mi mente el proceso creativo se cuestiona constantemente”.

¿Cómo ha influido su vocación por la carpintería y la ebanistería en la elección de su camino profesional?

“Fue un proceso que se inició cuando era pequeño. Mi vocación por construir se despertó mientras observaba a mi tío trabajar la madera, me encantaba mirarlo. Comencé a explorar esta pasión creando casitas de este material para pájaros en los árboles. Siempre quise trabajar con este material y obtuve mi diploma en 1969, comenzando un camino en la “École Boulle”, la escuela más prestigiosa en estas materias en Francia. Finalmente, logré entrar a la Dirección Nacional de Museos de mi país y ganar el concurso para ser parte del equipo del Palacio de Versalles. Me gustaba crear, fabricar y estudiar ebanistería, incluso, cuando fabricaba objetos modernos necesitaba volver al pasado y estudiar los muebles que había visto en los libros. Y para eso volví a estudiar en escuelas dedicadas al Legado cultural, mi vocación era hacer algo concreto”.

¿Qué despierta esta pasión por la madera?

Es una sustancia desafiante: dura y frágil al mismo tiempo, con fibras que pueden romperse con facilidad y hacerse añicos. Me atrae su complejidad. Desde pequeño, siempre he jugado con ella; es una vocación arraigada en mí. Mi afinidad natural por la geometría me llevó a buscar la excelencia en mi trabajo y este camino me condujo finalmente al Palacio de Versalles, en donde el mobiliario de la época es muy moderno”.

¿Cuál es la relevancia que una Universidad enseñe carreras relacionadas con el capital cultural, como la Licenciatura en Arte y Conservación del Patrimonio?

“La formación en este ámbito es esencial, ya que el patrimonio está presente en nuestra vida cotidiana y se encuentra en todas partes. La necesidad de educar y formar a conservadores y expertos en oficios relacionados con la preservación es crucial. Personalmente, no podía trabajar en un entorno de oficina, ya que aprecio la visibilidad y la satisfacción de crear objetos para complacer a los demás, algo que siento que está arraigado en mi naturaleza”.

¿Qué imagen tiene de nuestro país y el desarrollo del arte de la ebanistería y la restauración de muebles?

“Quizás aquí la herencia en Chile no es tan extensa como en Europa, pero sí existe un legado cultural muy enriquecido que merece ser preservado. En Francia existe un lugar donde se enfocan en la restauración de mobiliario contemporáneo y lo que resulta interesante de esta práctica es la posibilidad de colaborar con artistas que todavía están vivos. Este enfoque podría aplicarse en Chile para sensibilizar a la población, dado que estamos inmersos en un legado que se encuentra a nuestro alrededor”.

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