El servicio público más allá de la edad
Ese complemento entre personas con vasta experiencia y aquellas que recién comienzan su desarrollo profesional puede significar grandes aportes al gobierno y por ende al progreso del país.
La juventud y la supuesta falta de experiencia de algunas autoridades nombradas por el gobierno, tanto a nivel de ministros como de seremis, han sido tema de debate en los medios de comunicación.
Que una autoridad tenga menos de 40 años, e incluso menos de 35, ¿es un factor para dudar de su idoneidad? ¿Los pocos años de trayectoria influyen de manera negativa en su desempeño? ¿Sólo los años aseguran experticia en un área determinada? Me parece que no, menos todavía si, como ha sucedido en esta oportunidad, los novatos profesionales comparten labores con personeros de larga trayectoria.
Ese complemento entre personas con vasta experiencia y aquellas que recién comienzan su desarrollo profesional puede significar grandes aportes al gobierno y por ende al progreso del país. Lo mismo sucede en cualquier organización. La clave es que ambos grupos estén dispuestos a aprender del otro, a compartir conocimientos y a validar la diversidad de enfoques ante cada problema. Esa es la riqueza del trabajo intergeneracional. La misma que se puede lograr en la relación entre padres e hijos y de maestros con sus discípulos.
Que los nuevos profesionales realicen una colaboración relevante en el ámbito público es primordial que en sus años de formación hayan tenido inquietud por aportar en el desarrollo de la sociedad.
Ante situaciones tan complejas como las que enfrentan el país y la región en materia de infancia, superación de la pobreza, seguridad y acceso a la salud, no podemos descartar las contribuciones que pueda entregar cada profesional, desde su experiencia, más allá de la edad.
No obstante, para que los nuevos profesionales realicen una colaboración relevante en el ámbito público es primordial que en sus años de formación hayan tenido inquietud por aportar en el desarrollo de la sociedad. Es necesario que se hayan involucrado en causas en beneficio de sus semejantes y que hayan tenido un rol activo en su entorno.
Participar desde los primeros años en organizaciones y en actividades en bien de la comunidad es un buen augurio, pues es probable que en la etapa adulta tengan tendencia a servir en el ámbito público.
Lograr sensibilizar a los niños y adolescentes frente a los problemas de su medio permitirá, no solo tener una sociedad menos egoísta en el futuro, sino también formar a personas plenas y comprometidas con su país.
En este sentido, las familias y las instituciones de educación tenemos la responsabilidad de fomentar en las nuevas generaciones este espíritu. Lograr sensibilizar a los niños y adolescentes frente a los problemas de su medio permitirá, no solo tener una sociedad menos egoísta en el futuro, sino también formar a personas plenas y comprometidas con su país.
Para lograr ese objetivo hay varias formas, desde fomentar la acción social hasta estimular la participación en organizaciones de diversa índole. Si queremos tener adultos que no sean indiferentes a las inequidades del país, debemos instarlos desde niños a preocuparse del otro, a tener opiniones y manifestarlas. En conclusión, enseñarles a ser ciudadanos activos.
En la etapa universitaria, es fundamental que, más allá de su dedicación a los estudios, los jóvenes aprovechen de participar en las instancias extracurriculares que su institución les ofrezca. Como mínimo, deberían integrarse a las actividades de su centro de estudiantes y de la federación, además de sumarse a programas de formación ciudadana y/o voluntariados. Aunar distintas experiencias en esta etapa les otorgará una base sólida para iniciar su desarrollo profesional. Una base que les permitirá desenvolverse con propiedad en el servicio público y ser un aporte valioso al progreso del país más allá de la edad.
Fernando Quiroga Dubournais
Vicerrector Sede Concepción
Universidad San Sebastián
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