Gabriela Vargas Mardones se convirtió en la segunda graduada del programa Biología Celular y Biomedicina, aprobando su defensa de tesis con nota máxima.
Este año, el programa de Doctorado en Biología Molecular y Biomedicina tiene a su primera generación de doctores y doctoras. La segunda en presentar su proyecto de tesis fue Gabriela Vargas Mardones, instancia en la que obtuvo la nota máxima y el reconocimiento de la comisión evaluadora tras la defensa de su trabajo “Rol de la estabilización de HERPUD1 y su dominio UBL en la plasticidad del Retículo Endoplasmático y su comunicación con otros organelos”.
Si bien no le es fácil asimilar el término de esta etapa, extensa y de mucho trabajo, señala que “es emocionante haberlo logrado e ir viendo cómo fue avanzando el programa, superando los desafíos de ser el primer doctorado de la Universidad”.
Otro logro reciente del proyecto de la Dra. Vargas fue la publicación de un paper en la revista Frontiers in Cell and Developmental Biology en marzo pasado, lo que fue, señala, “una labor en equipo” junto al Organelle Phagy Lab, dirigido por la Dra. Patricia Burgos, su tutora de tesis y directora del Doctorado en Biología Celular y Biomedicina.
La nueva doctora destaca que el trabajo en conjunto tras la tesis y la publicación, y el diálogo para resolver los qué, cómo y por qué, “es lo que es -o debería ser- la ciencia finalmente, lo más fructífero, y gracias a lo cual pudimos publicar”.
Gabriela Vargas proviene de Molulco, comuna de Quellón, en Chiloé. Desde niña se destacó académicamente, siempre curiosa, y creció con un fuerte interés por las ciencias. Tras terminar 6to básico, decidió continuar estudiando en un liceo emblemático de Castro con el objetivo de, a futuro, seguir una carrera universitaria.
Dado que esto significó vivir en una pensión durante la semana, vivió una independencia tan temprana como su determinación por continuar aprendiendo y estudiando. Este mismo impulso la llevó a cursar la carrera de Bioquímica en la Universidad Austral. Sobre este aspecto de su vida, la Dra. Vargas resalta que para las personas de regiones, sobre todo las más alejadas de Santiago, el esfuerzo y sacrificio que implica la educación superior es significativamente mayor: una de las tantas consecuencias del centralismo.
A pesar de este costo emocional, aceptó la invitación a postular al programa de Biología Celular y Biomedicina de la USS. A estas alturas, también había descubierto una fuerte inclinación hacia el aspecto social de la ciencia y la necesidad de darla a conocer a la sociedad.
La tesis de Gabriela Vargas se centró en la proteína HERPUD1, que tiene roles importantes en la mantención de la célula. Es decir, “cómo la célula responde ante ciertas condiciones de estrés, y cómo lleva a cabo una respuesta que pude culminar, finalmente, en que la célula continúe viviendo o muera por no poder responder”, explica.
Las características interesantes de esta proteína le llamaron la atención, indagando sobre los efectos de su presencia en el retículo endoplasmático (RE), y cómo afecta al funcionamiento de la célula como un todo. Así, lograron descubrir que HERPUD1, que generalmente tiene niveles muy bajos, en condiciones de estrés aumenta rápidamente; “enciende los sistemas y permite que se generen respuestas por parte de la célula que lleven a la adaptación o muerte celular”.
“Finalmente, la proteína sí genera cambios en el RE al aumentar sus niveles, y esto tiene un impacto en los otros organelos, lo cual, en suma, aumenta la sobrevida de la célula”, explica la Dra. Vargas.
No obstante el éxito de su proyecto, la Dra. Vargas no se proyecta continuando la ruta común del investigador; más bien, se encuentra en búsqueda de un camino propio que le permita seguir aprendiendo, seguir descubriendo, pero al mismo tiempo enseñar y compartir el conocimiento con la sociedad.
Al respecto, es crítica respeto a una visión restringida y unívoca de la carrera científica, haciendo un llamado a una mayor apertura hacia caminos alternativos en los cuales contribuir. “Hace falta ampliar el futuro de los científicos, que ocupemos más y mayores espacios no tradicionales; lograr nuevas formas de integrarnos, de transmitir los conocimientos y la importancia del quehacer científico a las personas”, finaliza.