Para el pueblo mapuche, la salud está en directa relación con el Küme Mogñen o Buen Vivir, lo que descansa en una relación de equilibrio entre las personas, la comunidad y el entorno ecosistémico. Es quizás esta relación la que hoy nos apela más que nunca en nuestra situación social, medioambiental y personal.
Las estadísticas son convincentes al señalar cómo en nuestro país han aumentado los problemas de salud mental. Basta ver las tasas de suicidio y cómo ellas están afectando a una población cada vez más joven para darnos cuenta del tremendo sufrimiento psicológico que viven miles de personas.
Tampoco es desconocido lo que está ocurriendo con el cambio climático y lo que está sucediendo con nuestros ecosistemas. Las imágenes y noticias que nos llegan de todas partes del mundo son muy convincentes. Hoy en día, debemos actuar rápidamente para evitar que nos falte el agua o que se sigan quemando grandes hectáreas de bosques, sin mencionar lo que causan los aluviones y las olas de frío y calor en el mundo entero. Finalmente, nuestra sociedad tampoco ha logrado un estado de equilibrio que nos permita sentimos tranquilos.
De acuerdo con el último Informe final del Consejo Asesor para la Cohesión Social, del año 2020, Chile ha ido presentando una disminución paulatina en la confianza social, las redes de apoyo y el trato digno, entre tantos otros indicadores. En conclusión, somos un país que tenemos una baja cohesión social.
En este contexto, cabe preguntarnos: ¿qué nos está pasando?, ¿cómo lograr una mejor salud y calidad de vida? Pareciera ser que todo el avance tecnológico experimentado en las últimas décadas no nos hace más felices. Y, ¿qué es entonces lo que extrañamos, lo que nos haría más felices. en todo sentido? Quizás no exista una respuesta única, pero quisiera quedarme con el concepto de Küme Mogñen, donde lo que se busca es un equilibrio entre estas dimensiones.
No basta con tener un equilibrio en el medio ambiente si eso significa un problema social o comunitario, pero tampoco basta con tener un equilibrio social si eso hace a las personas más infelices o causa un deterioro del medioambiente. Tarde o temprano, algunas de estas dimensiones nos pasarán la cuenta.
Creo que es hora de tomarnos en serio lo que nos está ocurriendo y las evidencias que existen al respecto. Aquí hay que tener una mirada más integral sobre qué hacer y cómo respondemos a las distintas dimensiones que nos permitirían una mejor calidad de vida.
Margarita Morandé
Académica de Vinculación con el Medio
Facultad de Psicología y Humanidades
Universidad San Sebastián, sede Valdivia