Cristian Medina: “La historia de Chile no solo se escribe en Chile”

El académico del Instituto de Historia USS Cristian Medina, relata su experiencia investigando los Archivos Vaticanos -desclasificados recientemente por el Papa Francisco- donde ha conseguido material inédito sobre la historia de Chile en la época de Pío XII.

Cristian Medina “La historia de Chile no solo se escribe en Chile”

En febrero, El Vaticano le abrió las puertas hacia un tesoro patrimonial. Tras un largo periodo de tramitación de permisos para acceder a los archivos vaticanos -donde incluso solicitó el apoyo de la Nunciatura Apostólica en Chile-, el historiador Cristián Medina pudo respirar tranquilo. Sería uno de los pocos chilenos en tener acceso a un lugar donde la historia de la humanidad se guarda celosamente.

Medina, Doctor en Historia, y especialista en Relaciones Internacionales, académico e investigador del Instituto de Historia de la USS, Sede Concepción, lleva ya un tiempo investigando a Luis David Cruz Ocampo, uno de los próceres de la ciudad de Concepción, co-fundador de la Universidad de Concepción y de la Lotería, y quien tuviera posteriormente una flamante vida diplomática en el exterior, una parte casi desconocida de su carrera al servicio del país.

Próximamente,  presentará el libro “Un embajador chileno contra Stalin: Luis David Cruz Ocampo”, para el cual dedicó dos años de investigación junto a la académica Erna Ulloa. Ahora fue al Vaticano tras las huellas de este diplomático, que fue embajador ante la Santa Sede en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, arista que intenta completar una parte importante de la historia internacional de Chile, que aún está por escribirse.

-¿Cómo fue su experiencia en los archivos del Vaticano?

Se trata de dos archivos: el Histórico y el Apostólico (ex archivo secreto), que son muy selectivos; la información que está ahí no está en ninguna otra parte del mundo. Tenía experiencia revisando archivos internacionales, pero nada parecido a esto,  acceder a ellos fue posible a través de un procedimiento normativo muy riguroso.

Ambos archivos se encuentran a un costado de la Basílica de San Pedro, así que el camino ya es maravilloso. Todos los días tenía que pasar por el río Tíber, el Castel Sant Angelo, la Via della Conciliazione, la Basílica. Yo llegaba cada día y mostraba mi credencial a la Guardia Suiza. Entonces, ellos movían las alabardas y yo entraba a los archivos donde todo está muy bien dispuesto para los investigadores y, además, con pinturas preciosas. Los archivos son inmensos y muy bien ordenados.

En ese entorno, me sentí un privilegiado. Estoy muy agradecido de la ayuda que recibí por parte de la Vicerrectoría de Investigación y Doctorados para poder realizar este proyecto, y a la vez me siento muy comprometido también con la Universidad y con la investigación, es algo que hay que aprovechar al máximo. También muy agradecido de los colegas italianos, sobre todo del padre Mario Luigi Grignani, de la Pontificia Universidad Urbaniana, un anfitrión de lujo.

-¿Cómo se organizaba para abrir los archivos e investigar su tema de interés?

El Archivo Histórico está digitalizado completo, pero solo se puede acceder dentro del Vaticano, y el Archivo Apostólico Vaticano, ex Archivo Secreto, es para consultar físicamente la documentación. Pides lo que te interesa por computador y luego un funcionario te pasa una caja que contiene los documentos en carpetas. Tú sacas la amarra y empiezas a revisar los papeles, sabiendo que son documentos muy valiosos; estamos hablando de los archivos de la mejor diplomacia del mundo, que es la vaticana.

Como es tanto el volumen de información, es muy importante saber conducirse dentro de los archivos, que obviamente está muy tematizado y estructurado, pero también hay cosas que ellos llaman “cartas sueltas”, -miles de documentos que no encajan en ninguno de los temas establecidos-, donde hay que meterse a bucear. Yo revisé el periodo de Pío XII, porque Luis David Cruz Ocampo fue embajador de Chile entre 1939-1945, plena Segunda Guerra Mundial. Felizmente, para mí, rápidamente las joyas se empezaron a mostrar.

-¿Cuáles son esas joyas que encontró?

La actitud que tuvo Pío XII con respecto a un hecho central respecto de Chile, cuando nuestro país decidió establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética de Stalin. Yo sabía que Pío XII no era muy simpatizante del estalinismo, entonces me parecía interesante ver la posición del Vaticano. Este es, además, un capítulo poco conocido de la vida de Luis David Cruz Ocampo, la dimensión diplomática internacional con Pío XII, que es muy importante, luego vendría su misión diplomática en la Rusia de Stalin.

Otro legajo que encontré se llama “Chile y relaciones diplomáticas con la Unión Soviética”; aparece la correspondencia que Cruz Ocampo enviaba al Vaticano y la respuesta de los secretarios de Estado. Uno de ellos, para mi sorpresa, después se transformaría en S.S. Paulo VI. También me di cuenta de las conversaciones que hubo entre Chile y el Vaticano por la búsqueda de un Cardenal, como fue el caso de José María Caro. Y aparecía también el tema de cómo el Vaticano vio la elección del Frente Popular en Chile.

-Mucha información para procesar y continuar completando la historia de Chile…

Si, ¿pero sabes qué fue lo único malo? la fotocopia era carísima: €3 cada una, unos $3.000 pesos aproximadamente, y yo no llevaba tanto dinero. Como tomar fotos está prohibido por protocolo y yo no tenía tanto tiempo para transcribir, ya que los archivos solo funcionan por las mañanas, lo que hice fue anotar la fuente. Las tengo todas registradas para poder ir nuevamente y tomar las fotocopias completas. Así que estoy muy motivado a postular a un proyecto grande, como el Fondecyt Regular, que permite obtener más recursos para cubrir gastos tan importantes como este.  Imagínate que un solo legajo puede tener fácilmente 100 folios, yo revisé muchos expedientes de este tipo.  Con mayor presupuesto puedo traerme todos esos legajos, digitalizarlos y tenerlos como un acervo para mi proyecto y para la universidad. Me va a salir caro, pero yo creo que es necesario para complementar una parte de la historia diplomática de Chile.

-Y con esta nueva información, ¿saldrá un segundo libro sobre Luis David Cruz Ocampo?

Es muy probable. El primer libro se escribió revisando el archivo donado por su familia a la Universidad de Concepción, revisé también el Archivo Histórico de la Cancillería, pero yo sabía que había más documentación sobre él y que podría estar en los Archivos Vaticanos, lo que efectivamente, sucedió. En el fondo, la historia de Chile no se escribe solo en Santiago de Chile, sino que también se escribe fuera de Chile.

-¿Y cómo se escribe la historia de Chile?

Toma su tiempo, juntar cajas de material y procesar la información hasta que se forma un relato, un discurso histórico, una épica. Me gusta también que los libros tengan las caricaturas de la época; reviso Topaze, La Nación, El Mercurio y otros periódicos y levanto toda esa información. Esto requiere tiempo, y ahí es cuando uno se siente agradecido de la Universidad San Sebastián, porque te da el tiempo y el espacio para que esto finalmente cuaje.

Creo que ahí está la riqueza también de este trabajo, que es silencioso, muy solitario, pero entrega mucha satisfacción. Honestamente, son pocos los trabajos que he visto, por lo menos en mi área, donde a pie de página hay citas de los Archivos Vaticanos. Por eso digo que me siento un afortunado y agradecido de esta invaluable experiencia.

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