¿Cómo se crea y mantiene el hábito de aprender?

Lo primero es tener la claridad de las pasiones profesionales, lo que guarda relación con aquella fuerza que empuja día a día a hacer mejor las cosas en el trabajo y mantenerse vigente.

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Hoy, más que nunca, el conocimiento es vital para el desarrollo y avance profesional. Es necesario estar al día en lo que hacemos, incluso en lo que no es parte de nuestro trabajo, por los constantes cambios a los que nos vemos expuestos. Hay razones de sobra para el perfeccionamiento constante y hacer de este un hábito, lo hagamos solos, o bien en instituciones educativas.

JAVIERA-HERNANDEZPara incorporarlo y mantenerlo como parte de nuestro quehacer, “lo primero es tener la claridad de las pasiones profesionales, lo que guarda relación con aquella fuerza que empuja día a día a hacer mejor las cosas en el trabajo y mantenerse vigente“, explica Javiera Hernández, psicóloga y coordinadora de Formación Integral de la Universidad San Sebastián, sede Concepción.

La psicóloga puntualiza que de no ser de esta forma, “nos enfrentamos al primer desafío que guarda relación con “volverse a enamorar” de la profesión, oficio o en definitiva con lo que se hace. Para ello, no solo están los agentes motivacionales internos y los externos, sino además la capacidad para actualizarse constantemente, buscar nuevos nichos de desarrollo, desafiarse con nuevas tareas, buscar oportunidades laborales mejores, interesarse por otras áreas o temáticas que permiten apertura del conocimiento asistiendo a capacitaciones o fomentando el hábito de la lectura; interiorizarse en nuevas tendencias del mercado laboral ya sea fuera o dentro del mismo país, viajar para abrir los paradigmas sociales y por sobre todo, mantenerse en constante aprendizaje ya sea experiencial y teórico para plantearse metas de forma permanente”, dice.

Toda acción para desarrollar el interés por aprender, está al alcance de la propia voluntad“, declara la experta. Este tipo de motivaciones viene de uno mismo. Como sostiene Javiera Hernández, “para que el ser humano se movilice necesita estimulación y para lograrlo, se requiere visualizar no solo un objetivo, sino identificar aspectos personales que permiten dar el salto hacia el camino de la motivación.

Pensar positivo siempre ayuda y ser consciente de los progresos, debería ser una constante. Trabajar a diario por conseguir los propósitos mantiene el ánimo en el trabajo, rodearse de personas que den energía, sean optimistas y entreguen buen feedback del desempeño es algo que apoya emocionalmente en el proceso, así como reencontrarse con las fortalezas individuales y trabajar en aquellas que se han ido debilitando. La actitud se resume simplemente en sostener el entusiasmo, agradecer y disfrutar el camino con altos y bajos”, agrega.

Javiera Hernández comenta que aquellos que no pretenden seguir aprendiendo en lo profesional pierden en dos ámbitos principalmente: uno es el personal, dado que no hay voluntad para crecer profesionalmente, las emociones tienden a ser negativas y con ello la persona cae en el quehacer rutinario y de tedio. “Se pierde la capacidad de desarrollo y de conocimiento personal, pues no hay desafío para poner en marcha habilidades o competencias que solo emergen cuando hay nuevos propósitos o tareas. Por otro lado, se pierde la vigencia en el mercado, el reconocimiento de terceros, el instalar nuevas formas de trabajo, generar retroalimentación grupal y por sobre todo, el sentido de la vocación o de aspiraciones profesionales que permite generar oportunidades”.

Vea la crónica en Diario El Sur

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