El equilibrio en el ejercicio de roles, el autocuidado y algunos cambios legislativos pueden contribuir a una mejor parentalidad y crianza de hijos e hijas que esté alejada de presiones o juicios sociales.
Ser madres y padres no es una tarea fácil en el siglo XXI y ejercer cada rol requiere no sólo del compromiso de ambos, sino también de reconocer que existirán dificultades y que es necesario contar con redes de apoyo para una mejor crianza.
“Estamos insertos en una sociedad que no valora los cuidados como debiera ser y, por lo tanto, hay una deuda en esta materia”, dice Consuelo Novoa, académica de la Facultad de Psicología de la USS al abordar el tema.
La académica añade que “las expectativas hacia madres y padres, no son compatibles con el ritmo y las condiciones de vida de la gran mayoría de las familias chilenas. La conciliación de roles se ve súper complicada para madres y padres que trabajan, porque no pueden cumplir con las altas demandas de ambos espacios: estar 24/7 disponibles para la crianza y responder a las exigencias de un medio laboral competitivo”.
En ese sentido, la psicóloga advierte que las expectativas en torno a ejercer parentalidad intensiva sin las condiciones adecuadas traen consecuencias “que no sólo tienen que ver con el juicio social respecto a si son buenas madres o padres, sino que también generan mucho agobio, estrés, sentimiento de culpa, sintomatología ansiosa o depresiva en algunos casos”.
La psicóloga enfatiza que “hay que buscar un equilibrio en el ejercicio de los roles y no perder de vista que el autocuidado es fundamental. Los padres deben ser capaces de resguardar también sus espacios de ocio, descanso para poder estar bien para el cuidado de los hijos”. Además, indica que se requieren normativas más respetuosas de la parentalidad.
La académica señala que hay que seguir mejorando las condiciones para quienes son madres y padres y que para ello es fundamental comenzar a modificar creencias romantizadas de la crianza que no solo generan agobio a quienes no logran cumplir con tales expectativas, sino también favorecen sentimientos de insuficiencia en niños y niñas que son presionados a formarse en el exitismo.