Los padres son los iniciadores de la educación y su apoyo en la red educativa está dado por la capacidad para entregar herramientas que les ayuden a sus hijos a enfrentarse a diferentes contextos sociales.
No está en discusión que la educación es un proceso que acompaña toda la vida, que es permanente y que se sitúa en todas las etapas del ciclo vital del ser humano. Esto ya que la educación no se centra solo en lo que aprendemos en el colegio, en la universidad o en el trabajo, sino además involucra el desarrollo espiritual, ético, afectivo y físico que otorgan las experiencias vividas y el involucramiento con diversos escenarios y personas, entre ellas la familia. Esta última actúa como eje primario en el desarrollo social del individuo.
Es por ello que familia y educación no son temas ajenos. Por el contrario, los padres juegan un rol protagónico al momento de hablar de educación. La etapa escolar es un primer hito en que los padres establecen compromisos con la educación formal.
Cuando los padres se hacen cargo de su rol en la educación, no solo mejora el rendimiento de los alumnos, sino que mejoran las dinámicas dentro del aula, la relación profesor-alumno y la comunicación entre pares.
Estudios indican que la familia tendría una influencia de entre un 40% a un 60% en los logros escolares de un niño, lo cual permite plantear responsabilidades y expectativas depositadas en los cuidadores. Lo cierto es que cuando los padres se hacen cargo de su rol en la educación, no sólo mejora el rendimiento de los alumnos, sino que mejoran las dinámicas dentro del aula, la relación profesor-alumno y la comunicación entre pares.
La disposición que tienen los padres a apoyar, a comunicarse asertivamente y a ser agentes activos en la toma de decisiones en el contexto escolar son aspectos que deben mirarse en forma concreta. Sin embargo, esto también requiere de espacios que favorezcan la participación, pues esta no siempre es espontánea. Para ello las escuelas deben diseñar reuniones mensuales que sean productivas y efectivas, donde a los padres no les quede la sensación de pérdida de tiempo. Es necesario aprender a destacar lo positivo.
Las escuelas deben diseñar reuniones mensuales que sean productivas y efectivas, donde a los padres no les quede la sensación de pérdida de tiempo
Este enfoque tiene que ver con cambiar la mirada desde lo negativo para centrarse en los aspectos positivos. Los padres se desmotivan y pierden el compromiso por el énfasis que se da a lo negativo y muchas veces por la existencia de reglas que no son compartidas por todos.
En concreto, los padres son los iniciadores de la educación y su apoyo en la red educativa no solo está dado por las oportunidades educacionales que tuvieron, sino también por la capacidad para entregar herramientas que les ayuden a sus hijos a enfrentarse a diferentes contextos sociales. Así también influye la capacidad de mantener las expectativas y motivación en los niños y por sobre todo de ofrecer oportunidades de aprendizaje constantes.
Javiera Hernández Fernández
Psicóloga y coordinadora de Formación Integral
Universidad San Sebastián, sede Concepción
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