El académico de Nutrición y Dietética de la USS, Javier Gutiérrez, habla en su columna sobre el correcto consumo de proteínas en polvo. “Siempre se debe priorizar la alimentación por sobre la suplementación”, señala.
El uso de proteínas en polvo está de moda entre las personas que realizan ejercicios. Pero, lamentablemente, a menudo su consumo no está prescrito por un profesional idóneo. Es importante evaluar a la persona, planificar de acuerdo a sus requerimientos de nutrientes como los alimentos ricos en proteínas, carbohidratos y grasas, considerándolas calorías de consumo diario además de los objetivos planteados en la sesión nutricional.
Si la persona no alcanza a cubrir sus requerimientos y realiza un plan de entrenamiento guiado, que implica un incremento de gasto energético diario, se puede recién pensar en incorporar un suplemento alimentario como un batido proteico. Se debe tener en cuenta que su consumo se puede considerar sólo desde los 15 años de edad y siempre evaluando cada caso.
También es importante saber qué proteína en polvo es mejor y cuál puede ser la opción de mejor calidad y costo, puesto que existen proteínas en polvo de suero de leche (Whey protein), caseína, de huevo, carne y también opciones de origen vegetal a base de soja, arroz, arvejas, etc. Respecto de los efectos negativos, si está prescrita por un profesional no debería generar problemas. Eso sí es relevante conocer su origen y composición. En general, la mejor opción es la proteína de suero de leche que tenga una cantidad importante de aminoácido Leucina.
Esta es importante para el proceso de recuperación de tejidos afectados durante la actividad física, ejercicio o entrenamiento. Cabe consignar que las proteínas en polvo como la proteína de suero de leche, están categorizadas como tipo A según el Instituto Australiano del Deporte.
Lo anterior quiere decir que existe la suficiente evidencia científica que respalda que este tipo de proteína ayuda a mejorar el rendimiento muscular en personas que realizan ejercicios o entrenamientos y que necesitan recuperar tejidos afectados durante las sesiones.
Su objetivo es mejorar parámetros musculares, lo que da como resultado un incremento de la movilidad, rendimiento muscular y cognitivo, irrigación sanguínea, estimulando una mejora de la oxigenación y transporte de nutrientes hacia tejidos activos.
Este mejoramiento del tejido muscular considera una optimización de los parámetros de salud, si se utiliza como suplemento y no sea la base de la alimentación.
Siempre se debe priorizar la alimentación por sobre la suplementación, pues hay que ver el alimento como un producto rico en nutrientes variados y el suplemento como una ayuda ergogénica de origen alimentario que se utiliza para lograr la cobertura de los requerimientos diarios.
En conclusión, si es de origen alimentario y no está compuesta por productos artificiales, su consumo no sería problema, salvo en el caso de los menores de edad o en personas que no realicen una rutina de entrenamiento. Lo fundamental es que su uso esté indicado por un especialista.
Javier Gutiérrez
Académico Nutrición y Dietética
Universidad San Sebastián