Columna de Opinión – Lenguaje y Comunicación en la Formación Inicial Docente: una asignatura pendiente

“Es necesario desarrollar habilidades lingüísticas que fomenten su participación y que les permita organizar, comunicar y compartir sus ideas, en un contexto que promueva la colaboración, la reflexión y el pensamiento crítico”…

Constanza Villarroel_foto900

En una reciente entrevista, publicada por el diario El Mercurio de Valparaíso el lunes 25 de julio, el doctor en Lingüística Siegfried Muñoz señala que “(l)a escasez de palabras… implica, de suyo, la casi imposibilidad de reflexionar, analizar, de tener sentido crítico y de crear.” (párr. 7, 2022). Esa es una de las muchas consecuencias del progresivo deterioro del lenguaje en nuestra sociedad y, quienes nos desempeñamos como docentes, hemos podido vivenciarla de primera mano en nuestras aulas.

Esta realidad choca con el enfoque educativo que se ha consolidado en el último tiempo, centrado en los estudiantes, en cuanto agentes de su aprendizaje y co-elaboradores/as del conocimiento -mientras el docente es un guía en el proceso-. Para ello, es necesario desarrollar habilidades lingüísticas que fomenten su participación y que les permita organizar, comunicar y compartir sus ideas, en un contexto que promueva la colaboración, la reflexión y el pensamiento crítico. En este sentido, un abordaje que aúna consenso teórico es la inclusión de prácticas argumentativas como herramienta didáctica, dado su potencial para el aprendizaje.

No obstante, si damos por cierto el diagnóstico del Dr. Muñoz, sabemos que hay un largo trecho que recorrer antes de concretar dicho potencial. En esta línea, no solo los estudiantes son desafiados en este modelo; los docentes debemos desplegar habilidades distintas a las de la enseñanza tradicional y para las que no siempre se ha sido formado. Entre ellas, destacan las destrezas discursivas y de pensamiento crítico, las que están poco desarrolladas en docentes en formación. Así, trabajos previos dan cuenta de dificultades al enfrentar tareas argumentativas que impliquen uso de evidencia -que involucra tanto habilidades discursivas como de pensamiento crítico.

A partir de estos antecedentes, es posible que sea necesario repensar las herramientas y metodologías más adecuadas. Varios estudios han puesto su foco en las escuelas y, si bien gran parte de estos reportan beneficios en sus participantes, también surge la pregunta sobre cómo extender su alcance. Una opción es intervenir en la formación inicial docente y los programas de desarrollo profesional, a través de la inclusión de las prácticas discursivas argumentativas.

Respondiendo a esta demanda, el proyecto en curso de la Facultad de Educación USS -PAI77190107 Prácticas discursivas como articuladoras de los procesos de calidad en la formación inicial, formación de práctica e inserción profesional en futuros profesores-, tiene como objetivo principal diseñar una intervención que permita concienciar y entregar herramientas a los futuros profesores, vinculadas con las prácticas discursivas en general, y con la argumentación en particular, en las aulas escolares. Aun cuando su ejecución estuvo dificultada por el confinamiento, las acciones ya fueron retomadas y, como una forma de darle continuidad, se envió una propuesta a la convocatoria de Fondecyt de Iniciación 2023, que profundiza en las prácticas discursivas, pero con un enfoque centrado en la práctica profesional y la reflexión pedagógica.

Si bien el énfasis de estos planteamientos está en la formación inicial docente, no podemos olvidar que la sociedad actual requiere, más que nunca, de ciudadanos con capacidad crítica, abiertos y aptos al diálogo, y ello, en gran parte, se configura a partir de la educación formal y, en consecuencia, de los docentes que la imparten.

Constanza Villarroel Cáceres
Investigadora Facultad de Educación U. San Sebastián. 

 

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