Científicas e inventoras: Investigadoras USS movidas por la ciencia y la innovación

Este año, el Día Internacional de la Propiedad Intelectual se centra en destacar el trabajo pionero de mujeres inventoras, creadoras y empresarias en todo el mundo. En la USS las mujeres han dejado huella en la ciencia y la innovación: Un ejemplo de ello son la doctoras Valentina Echeverría, Karla Pozo y María Inés Barría. Aquí sus historias.


El arquetipo del “inventor” en el imaginario colectivo se suele visualizar como un hombre blanco, mayor, canoso y despeinado, al estilo del Dr. Emmett Brown de “Volver al Futuro”, con un aura de locura mezclada con genialidad, energético y movido por la fuerza de sus ideas. Valentina Echeverría está muy lejos de esa figura, excepto en lo último: Esa capacidad de imaginar cómo será (o cómo puede ser) el mundo y el deseo férreo de hacerlo realidad.

Ese motor interno, sumado a una temprana e inquieta fascinación por entender cómo funciona el cerebro, ha derivado en descubrir, junto a su equipo, nuevos mecanismos moleculares y terapias para la enfermedad de Alzheimer, la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático. Investigaciones que a la fecha han generado más de 100 publicaciones y 6 patentes.

Una de las más recientes -la primera patente de invención de la Universidad San Sebastián-, corresponde a una formulación basada en cotinina y aceite de krill que, aplicada de manera intranasal, puede tratar trastornos como el estrés postraumático de manera efectiva, rápida y segura.

“Nací para innovar”

Así lo declara la propia Dra. Echeverría, relatando que desde muy pequeña tuvo dentro suyo la idea de que ella estaba en este mundo para realizar aportes, particularmente en el campo de la medicina y la salud humana. “Creo que la innovación proviene de algo interno que se va desarrollando sobre la base de nuestras motivaciones personales y la complejidad de nuestro pensamiento, que va siendo construido por nuestro entorno social, el conocimiento humano universal y nuestras creencias”, dice.

Eso sí, advierte que “antes de innovar tenemos que aprender y entrenarnos; conocer lo que se sabe hasta el momento; nutrir nuestras capacidades, movernos en distintos ambientes y conocer diferentes culturas”.

Justamente, la ruta científica de Valentina Echeverría comenzó en su Concepción natal, donde obtuvo el grado de Bioquímico, Magíster en Ciencias y Doctorado en Ciencias Biológicas, para luego especializarse en Neurociencia en distintas universidades de excelencia en Europa y América del Norte, focalizándose en los trastornos psiquiátricos y neurológicos. Fue nombrada miembro de la Royal Society of Medicine y hoy, como investigadora de la Universidad San Sebastián y del Departamento de Asuntos de los Veteranos, divide su tiempo entre Chile y Estados Unidos. Y porque no se cansa de aprender, cursa actualmente estudios sobre ensayos clínicos en Harvard Medical School.

Desarrollo tecnológico para enfrentar la contaminación

Al igual que la Dra. Echeverría, la Dra. Karla Pozo es investigadora de la sede Concepción y también alterna su tiempo entre Chile y el extranjero; en su caso Italia y la República Checa. Bióloga marina, Doctora en Ciencias Ambientales y especialista en contaminación oceánica y atmosférica, la Dra. Pozo ha enfocado su trabajo en los últimos años a estudiar la distribución y transporte de microplásticos y otras sustancias químicas tóxicas en el agua y en el aire.

Su acercamiento a la innovación y el desarrollo tecnológico ocurrió en un postdoctorado que realizó en los laboratorios del Servicio Meteorológico de Canadá en Toronto. “Tuve la suerte de encontrar un tutor que se especializaba en medir contaminantes atmosféricos a través del diseño de un prototipo de muestreador de aire”, relata. Allí aprendió a realizar experimentos de calibración, utilizar instrumentos de medición y desarrollar análisis químicos para sustancias que no estaban protocolizadas.

Esa fue la semilla de sus posteriores proyectos de monitoreo de contaminantes, así como de la creación hace quince años de una red internacional de monitoreo de transporte atmosférico de estas sustancias a nivel global. Este trabajo, al igual que sus estudios actuales sobre plásticos y microplásticos, se complementa con el desarrollo de nuevos dispositivos que puedan ayudar a hacer más eficiente la captura y monitoreo de los contaminantes.

A partir de su experiencia, el llamado de la Dra. Pozo es a “romper el miedo que a veces nos bloquea y no nos permite avanzar, por ejemplo, frente a la decisión de salir al extranjero, así como perseverar en llevar adelante nuestros objetivos; aun cuando se cierren puertas, otras se van a abrir”.

Desarrollo de nuevas vacunas desde el sur de Chile

“Desde pequeña fui curiosa y todavía lo sigo siendo; siempre me he preguntado el porqué de las cosas, creo que todo se puede mejorar, que podemos llegar más allá, que todos pueden aportar”, dice la Dra. María Inés Barría, licenciada en Biología, Doctora en Ciencias Mención Microbiología y actualmente investigadora de la sede De La Patagonia.

La pregunta guía que atraviesa su trabajo de investigación es cómo nuestro sistema inmune reconoce un virus u otros agentes nocivos, y genera respuestas diferentes en distintas personas. A partir de ello devienen incursiones en la investigación con un foco más aplicado, ya que “para hacer mejores diagnósticos, terapias, y vacunas contra enfermedades infecciosas, e incluso autoinmunes, necesitamos comprender la inmunidad humana en sus distintos aspectos”, explica.

En los últimos años, la Dra. Barría se ha especializado en enfermedades infecciosas emergentes como el SARS-CoV-2 y, especialmente, el hantavirus. En un estudio realizado con 30 sobrevivientes de infección con Hanta, junto a sus colaboradores lograron caracterizar y desarrollar dos anticuerpos recombinantes humanos que son candidatos para su uso como vacuna de tratamiento no solo post-infección, sino también de manera preventiva para personas en alto riesgo de exposición al virus.

Asimismo, lidera un proyecto Anillo de Investigación recientemente adjudicado que busca determinar los factores virales e inmunológicos que inducen la dificultad respiratoria severa, con foco en virus respiratorios de relevancia para la salud pública. Este trabajo involucrará una red de colaboración científica y médica que permitirá estudiar cohortes de pacientes, lo cual, señala, “se traduce en la transferencia directa de tecnologías y nuevas competencias inexistentes en el sur de Chile, con lo cual estamos aportando a la descentralización de la investigación científica en nuestro país”.

En ese sentido, María Inés Barría también ha recalcado la importancia de que en Chile podamos contar con plantas de producción de vacunas y otros fármacos biológicos y, a largo plazo, aspira a levantar un centro de investigación de excelencia con una mirada biomédica integral en la Patagonia: “No podemos quedarnos con los tratamientos actuales, tenemos que ir más allá y queda mucho trabajo por hacer”.

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