Ana Carolina Hernández, psicóloga y coordinadora de Bienestar Estudiantil de Asuntos Estudiantiles de la Sede Valdivia, comenta cómo te afecta el cambio de horario y qué puedes hacer para que no repercuta en tus estudios.
Es importante considerar que los seres vivos tienen un reloj biológico que sufre al momento de alterar su ciclo. Nos acostumbramos a funcionar con cierto ritmo condicionando todo nuestro organismo hacia actividades sociales, conductuales, psicológicas y fisiológicas. Cuando cambiamos de hora, ese ciclo llamado ciclo circadiano es reacomodado hacia nuevas costumbres y/o funcionamientos, afectándonos de manera biopsicosocial.
En los estudiantes, según Ana Carolina Hernández, psicóloga y coordinadora de Bienestar Estudiantil de Universidad San Sebastián, Sede Valdivia, este cambio de horario puede impactar y/o afectar su bienestar subjetivo manifestando síntomas tales como somnolencia, impaciencia e irritabilidad, cefaleas, cuadros depresivos e incluso problemáticas físicas.
Síntomas, que explica Hernández, se deben al “acomodo” que realiza el organismo para ajustarse a este nuevo horario, alterando no solo las funciones psicológicas anteriormente señaladas (afectos, cognición, conducta), sino también las fisiológicas tales como secreción de sustancias químicas en el cerebro como el cortisol, que afecta de manera directa en el bienestar de las personas. Además de ello, manifestar estrés derivado de la falta de acomodo rápido en esta suerte de Jet Lag.
En el caso de los estudiantes universitarios, estos signos se ven evidenciados desde los tiempos de estudio. “Aquí es importante conocerse a sí mismo y descubrir si funcionamos mejor con la luz del alba, conocidos como alondras, o con la oscuridad de la noche, conocidos como búhos. Además de ello, saber que el cerebro fluctúa en sus actividades a lo largo del día cambiando sus formas de analizar, procesar y recordar la información”, menciona la profesional.
Para que este nuevo horario no repercuta tanto en tu vida diaria y académica, la experta entrega algunas medidas que sirven para enfrentarlo.
Modificar lentamente los cambios de horario hasta establecerlos de la forma más regular que se pueda.
Ingerir alimentos que estimulen la liberación de melatonina y serotonina como por ejemplo avena, cerezas y almendras.
Al momento de dormir, tomar té de manzanilla, pasiflora o melisa para promover un estado de relajo y conciliar el sueño.
Realizar actividades físicas que promuevan el buen descanso.
Modificar las actividades sociales, salidas con amigos, actividades deportivas, etc, a horarios de mayor luz, así promoverá estados positivos que le harán sentir más pleno.