Albergue móvil, un paso para saldar la deuda de dignidad

Vicerrector de la sede Concepción USS, Sergio Castro, plantea que “aportar, desde el lugar en que cada uno esté, para dignificar la vida de aquellos chilenos en situación de calle es un deber de humanidad”, en referencia a loable iniciativa del Obispado de Concepción.

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En el Índice de Desarrollo Humano, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, Chile ocupa el lugar 38 entre 188 países. Una notable ubicación que comparte con naciones que tienen un ingreso per cápita muy superior al nuestro. Destacable ha sido el avance que hemos logrado en este ranking en los últimos 25 años, lo que ha sido posible gracias tanto al crecimiento económico como al diseño e implementación de políticas públicas que impactan directamente en la calidad de vida de la población.

Sergio-CastroEn este último cuarto de siglo, pasamos de tener una esperanza de vida al nacer de 72 años en 1990 a 82 años en el 2015. En ese lapso, los años esperados de escolaridad aumentaron de 12,9 a 16,3 años,  y más que duplicamos el ingreso nacional bruto per cápita. Tenemos la tasa de mortalidad materna (22 por cada cien mil nacidos vivos) más baja de América Latina, muy inferior a la que presentan países como Argentina o Perú. Con una tasa de mortalidad infantil de 7 por mil nacidos vivos, comparable con la que registran países como Estados Unidos (6) y Nueva Zelanda (5). Chile tiene hoy muchos motivos para celebrar el progreso alcanzado por su población y mirar con optimismo el futuro.

En Chile unas 12 mil personas viven en situación de calle, de acuerdo a las últimas estadísticas.

No obstante, aún tenemos una tremenda deuda pendiente: en Chile unas 12 mil personas viven en situación de calle, de acuerdo a las últimas estadísticas. En la Región del Biobío serían unas 800 personas en esta condición, una realidad que no se condice con el progreso que ha obtenido el país y que muestra la cara más dolorosa en los meses de invierno.

Para ayudar a enfrentar esta dura realidad, monseñor Fernando Chomali, arzobispo de Concepción, impulsó la creación de un albergue móvil.  Por diversas razones, vale la pena destacar esta iniciativa que surge de una Iglesia cercana y preocupada de las necesidades de aquellos que más sufren.

Lo primero es que se hace cargo de un problema complejo, pues intuimos que no resultará fácil lograr que personas que han transformado la calle en su hogar acepten la invitación a ocupar este espacio. Mantener su funcionamiento, tanto por los recursos materiales como humanos que implica, también será una tarea difícil que requerirá las voluntades de muchos que aporten desde dinero hasta tiempo.

Sin embargo, el liderazgo de monseñor y el espíritu colaborativo que ha generado permitirán, indudablemente, mantener este albergue que simboliza la solidaridad y unión de una sociedad que no mira con indiferencia al que sufre.

El llamado es a los jóvenes para que entreguen parte de su tiempo inscribiéndose como voluntarios, labor que ya estamos haciendo entre los estudiantes de nuestra Universidad.

Uno de los aspectos más valioso de esta iniciativa es que, en un contexto de tanta desconfianza e individualismo, monseñor fue capaz de involucrar a diversas instituciones en post de un objetivo. Debemos sentirnos orgullosos de lo logrado, pero también estar dispuestos a seguir colaborando. En especial el llamado es a los jóvenes para que entreguen parte de su tiempo inscribiéndose como voluntarios, labor que ya estamos haciendo entre los estudiantes de nuestra Universidad. El requerimiento es contar con cuatro voluntarios cada día durante todo el año.

Aportar, desde el lugar en que cada uno esté, para dignificar la vida de aquellos chilenos en situación de calle es un deber de humanidad. No podemos sentirnos satisfechos por nuestros logros como país si aún miles de compatriotas no tienen lo más básico: un hogar donde vivir.

 Sergio Castro Alfaro
Vicerrector sede Concepción
Universidad San Sebastián

Vea la columna en diario El Sur

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