El éxito no pasa simplemente por malos o buenos resultados académicos en la Enseñanza Media, sino, que son muchos los factores, como la capacidad de resilencia o la disciplina.
Entrar a la universidad supone todo un desafío; un cambio rotundo desde la Educación Media, donde la vocación de cada estudiante puede ser puesta a prueba constantemente.
Los años iniciales, por lo general, son los más complicados, donde “la primera gran tarea es hacer calzar las expectativas que se tienen cuando se seleccionó una carrera versus la realidad. Esas primeras impresiones son claves e influyen muchas veces en la trayectoria del estudiante”, dice Jonathan Duarte, psicólogo y académico de la Facultad de Psicología de la Universidad San Sebastián.
Aparte de esta situación, el académico explica que existen otros elementos que se deben considerar en el proceso de adaptación de la Enseñanza Media a la universidad, como el factor responsabilidad. Esto se puede verificar en los “tiempos muertos” que existen, donde se espera una mayor proactividad y autonomía por parte del estudiante.
Sin duda que en términos de conducta puede ser un cambio que demore un tiempo y eso, muchas veces, genera frustración o cuestionamientos sobre la vocación”, puntualiza Duarte.
Generalmente, en el primer año de universidad, se comienzan a forjar nuevas relaciones, así como actividades de esparcimiento y ocio, donde las libertades son mayores. En tal sentido, “es importante, por parte del joven, autoconvencerse y autodiciplinarse. El éxito, finalmente, no pasa simplemente por si tuvo malos o buenos resultados académicos en la Enseñanza Media, sino, que son muchos los factores, como la capacidad de resilencia o disciplina que sobrepasan por mucho el recordar o asimilar ciertos contenidos”, dice el psicólogo.
Muchas veces el llamado de la vocación puede llegar más tarde de lo pensado. Son variados los casos de cambios de carrera tardíos o a mitad de ésta. Una situación que a todas luces no es bien mirada y “que incluso socialmente es castigado, atribuyéndole el concepto de fracaso o inmadurez. Como sociedad debemos sacamos este concepto de “carrera“, sino más bien esto es un proceso gradual de formarse como profesional que a algunos les puede tomar un poco más de tiempo. Si se analizan cifras, el porcentaje de personas que ingresa a la universidad y termina a los 5 años es una proporción mínima”, explica el psicólogo.
La Prueba de Selección Universitaria, PSU es vista -en gran parte de los casos- como un reto que va a definir el futuro inmediato y lejano de la persona, lo que causa un efecto de preocupación y estrés por parte de quien va a rendirla. “Va más allá de unas simples respuestas, sino que se pasa a evaluar toda tu historia en un momento puntual. En ese escenario, es muy difícil no estar presionado y la gran meta es cómo la enfrentamos. Se puede ser sumamente pragmático y prepararse específicamente para lo que me están pidiendo, en el fondo ir a buscar un resultado. Por otra parte, hay que entender a la PSU solo como un modelo que no me evalúa como persona, sino, más bien, un logro específico. Para nada debe tomarse como un fracaso rotundo si el resultado no es el óptimo. Siempre es bueno tener más de una alternativa académica”, finaliza el profesional.
Crónica publicada en Diario Austral de Valdivia