Expertos analizaron las razones y posibles soluciones a los resultados del estudio de la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda, que evalúa por primera vez el programa desarrollado en consultorios del país, y que pretende mejorar los hábitos alimenticios y la actividad física de la población.
El programa “Vida Sana” del Ministerio de Salud, que se desarrolla hace cuatro años en 241 consultorios del país, y busca intervenir los hábitos alimentarios y de actividad física de personas de entre 2 y 64 años que tienen sobrepeso, obesidad, diabetes o hipertensión presenta algunas debilidades. De acuerdo con el estudio de la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda, solo el 14% de los beneficiarios de este programa gratuito, lo termina.
Sin ir más lejos, en 2015, el 35% de los pacientes que inició la intervención desertó al tercer mes; el 51%, en el sexto mes, y el 86% lo hizo antes de completar el año. Según el informe “la carencia de una implementación del enfoque intersectorial, que entregue distintos apoyos para fortalecer los resultados de la intervención y la sustentabilidad de los cambios, trasladando el foco desde la responsabilidad del individuo a la responsabilidad de la sociedad y la comunidad. Ello implica procurar el apoyo de las distintas instituciones/ organizaciones y programas públicos y privados que operan en el nivel nacional y local, y que tienen impacto en la salud de la población”, son algunos de los problemas detectados.
Al respecto, sostiene el estudio que “un análisis sistemático de la adherencia a la intervención, que permita definir estrategias alternativas a la existente, para incrementar la adherencia y disminuir la deserción. Experiencias internacionales muestran que la deserción es un problema característico de los programas de este tipo”.
“Vida Sana” contempla ocho atenciones individuales, una con el médico, cinco con el nutricionista y dos con el psicólogo; cinco intervenciones grupales con talleres de nutricionistas y psicólogos; tres sesiones semanales de actividad física y dos exámenes de glicemia y perfil lipídico. Todo en el periodo de 12 meses. Y al parecer ahí está el problema.
La doctora Valeria Aicardi, nutricionista del INTA y especialista en enfermedades renales crónicas, explicó que “el 30% de la población tiene daño renal y la causa está en la hipertensión, la diabetes y la obesidad. Una de las razones por la que las personas abandonan los tratamientos nutricionales radica en que el profesional no se pone en el lugar del paciente que necesita bajar de peso. Los tipos de regímenes son muy específicos o estrictos y probablemente el paciente no puede seguirlos, así como también la falta de tiempo para que el profesional pueda conocer su experiencia y tener la empatía suficiente para ponerse en el lugar de quien está tratando”. Así lo aseguró la especialista en el panel “Nutrición y Psicoanálisis: Problemáticas contemporáneas de adherencia al tratamiento nutricional”, organizado por la Universidad San Sebastián.
El problema de la falta de adherencia al tratamiento nutricional puede traer como consecuencia complicación de los estados de salud primarios por los que se acude a un nutricionista. Para Jessica Moya, académica de la Universidad San Sebastián “esto implica que el paciente se va a quedar con las primeras indicaciones, pero también tendrá muchas dudas que deberían ser resueltas por un profesional; sin embargo, recurrirá a fuentes en Internet sin sustento científico, confiará en ellas y por ejemplo, si tenía como objetivo disminuir cierta cantidad de kilos, los va a recuperar, va a perder la confianza en el tratamiento, en el profesional y buscará otras alternativas como dietas rápidas para bajar de peso”.
Desde la perspectiva psicológica, Carlos Barría, coordinador del Centro de Atención Psicológica de la USS, explicó que “el abandono de un tratamiento debe ser visto caso a caso, pero a veces puede dejar a una persona con una sensación de frustración; así lo importante es que en cuanto a la adherencia al tratamiento en psicoanálisis hablamos de la transferencia y la escucha, es decir cómo alojamos a un paciente, escuchamos su malestar y cómo lo podemos implicar en su tratamiento, más que prescribir un procedimiento que a veces el paciente no entiende o no confía, sino más bien, construir una relación de salud ”.
Para la Dra. Aicardi la solución está en la atención primaria: “es la prevención lo más importante y es en los programas cardiovasculares en los cuales los profesionales deberían tener más tiempo en la atención nutricional, y no atender cada 15 minutos, porque así no se puede llegar a conocer al paciente ni guiarlo en su proceso de salud”.
Por su parte, Jessica Moya, enfatizó en que “el acompañamiento continuo es la forma de evitar el abandono del tratamiento, no se trata de invadir la vida del paciente, sino que saber lo que el este requiere y nosotros como profesionales estemos ahí para ayudarlo a lo largo del proceso, no solo entregando indicaciones sino que construyendo una relación a largo plazo”.