(Dos valores USS que representan un desafío en los tiempos actuales)
El coronavirus y la pandemia sin duda han puesto sobre la mesa el fenómeno de la interdependencia. Todos dependemos de todos tanto en un sentido negativo como positivo. En un sentido negativo, porque en un mundo globalizado e interconectado, la posibilidad de contagio es muy alta.
Pero también se ha resaltado en esta época de coronavirus –y esto parece lo más importante–, la conciencia de ser interdependientes para bien. Es la conciencia de que todos somos responsables de todos. Por ejemplo, esto se ha manifestado en la lucha contra el virus. En nuestro país, una gran cantidad de profesionales de la salud comienzan a realizar acciones de mucho sacrificio por cuidar a los demás. Y en naciones como Italia y España, un sinnúmero de médicos, enfermeras y bomberos, entre muchos otros, han literalmente dado su vida por los otros.
Precisamente estos valores de la responsabilidad y de la solidaridad, que se hacen hoy tan patentes en tiempos de pandemia, se encuentran entre los valores que la USS promueve, pues sin responsabilidad y sin solidaridad es muy difícil vivir en forma virtuosa, es decir, realizar hábitos operativos buenos. Dicho en otras palabras, repetir acciones que nos lleven a la plenitud del bien. Y para la USS, como centro educativo, sin estos valores es difícil, también, educar en virtudes, como señala nuestro Proyecto Educativo.
La responsabilidad, porque el sentido profundo de ser interdependientes es propender a que los otros estén cada día mejor, utilizando la propia libertad para alcanzar y difundir el bien. Porque vivimos en comunidad es que pertenecemos a un nosotros. El nosotros de mi familia, de la universidad, de la ciudad, del país, de toda la humanidad. Somos co-responsables porque debemos responder por nosotros mismos y por lo otros. En un cierto sentido, ser responsable implica “llevar a otro en mis espaldas”.
En el plano de las acciones universitarias esto aparece como fundamental, no solo en el hecho de que debemos hacer bien nuestro trabajo individual, sino que debemos también tener conciencia de que los demás dependen de mí y que lo que yo haga afecta a otros. Esto no sólo me proyecta para ser o llegar a ser un buen profesional, sino también y sobre todo buenas personas. ¿Qué significa esto en concreto para nuestra comunidad USS? En el caso de los directivos, gobernar con prudencia y justicia; en el caso de los docentes, enseñar con rigor y alegría; en el caso de los alumnos, estudiar y llegar a ser buenos profesionales; en el caso de los administrativos, realizar bien la tarea, pensando que el buen funcionamiento de ese “nosotros” que es la comunidad académica también depende de las actividades no-académicas.
Respecto a la solidaridad, porque esta considera un empeño firme y constante por el bien común, es decir, por el bien de todos y de cada uno, como le gustaba repetir incansablemente a Juan Pablo II. Este empeño, que corresponde primeramente a una disposición de ánimo, a una virtud, ha brotado con fuerza en este tiempo. En la universidad, en el país, en el mundo. Ello se ha expresado en las acciones desinteresadas de personas que buscan ese bien de todos. Esto también ha tenido una expresión concreta en nuestra comunidad USS, como ha quedado de manifiesto en la ayuda que nuestra comunidad universitaria (alumnos y docentes) ha prestado al país. Como ejemplos de esta solidaridad “en acción” podemos nombrar la labor realizada por el Laboratorio de Biotecnología Aplicada de la sede de la Patagonia, el cual fue certificado y autorizado para el procesamiento de muestras clínicas humanas destinadas al diagnóstico de SARS-CoV-2. Con ello la USS se integró a la red de análisis de muestras de coronavirus. Asimismo, la USS ha acompañado a sus Campos Clínicos durante la emergencia a través de videoconferencias con personas que son referentes en temas de salud, aportando con enfoques especializados a la emergencia nacional. También aparecen iniciativas como la campaña de recolección de sangre de la Sede Concepción, demostrando con ello que los otros sí parecen importarle a gran cantidad de seres humanos. Pareciera que en tiempos de Covid-19 y pandemia, los otros reclaman una preocupación real y también una respuesta racional y afectiva de nuestra parte. La USS no ha sido ajena a esta preocupación. Ello indica que la solidaridad no puede darse ni en abstracto ni en el vacío, es decir, sin responsabilidad e interdependencia.
Finalmente, para que la solidaridad se pueda expresar, es necesario desarrollar previamente en cada uno, en cada ambiente de trabajo o estudio, una cultura de respeto por todos y cada uno de los miembros de la comunidad sebastiana. Si consideramos que cada directivo, cada docente, estudiante o funcionario es único e irrepetible, pero sobre todo insustituible, la única relación que aparece como adecuada es la colaboración basada en el amor. El amor al prójimo nos hace salir del individualismo y del egoísmo. Considerar los dolores ajenos como propios, de tal forma que a través de la solidaridad hagamos la parte que a cada uno le compete por el bien de nuestra comunidad universitaria. Es decir, que participemos. Solo la solidaridad “en acción” puede lograr que, como decía el poeta Píndaro, “lleguemos a ser lo que somos”; solo la solidaridad puede hacer, finalmente, que todos lleguemos a ser verdaderamente responsables de todos.
Quizá una de nuestras tareas en estos momentos y, sobre todo, una vez que superemos la emergencia sanitaria y retomemos nuestras rutinas habituales, sea detenerse en el real significado de la interdependencia, así como en el desafío que ambos valores –la responsabilidad y la solidaridad– implican para todas y cada una de las personas que componen nuestra comunidad: desarrollarlos y sostenerlos en el tiempo. Es decir, vivirlos entre todos.
Dr. Emilio Morales de la Barrera
Académico Instituto de Filosofía
Universidad San Sebastián