Instituto de Filosofía

La búsqueda de la verdad en la USS

“Busca la verdad mientras eres joven, pues, si no lo haces,
después se te escapará de entre las manos”.
Platón (Parménides, 135d)

La USS se propone formar buenos profesionales, buenos ciudadanos y buenas personas. Ello no es posible sin tener como un valor fundamental la búsqueda de la verdad, pues la formación de nuestros estudiantes supone un crecimiento no solo cuantitativo (acopio de conocimientos técnicos o especializados), sino más aún, un crecimiento cualitativo (moral y espiritual). En virtud de ello, la búsqueda de la verdad es el primero y quizá uno de los más importantes de nuestros valores institucionales, por su carácter matricial.

La etapa universitaria es un período privilegiado para su búsqueda. Búsqueda que implica, por supuesto, la transmisión del conocimiento, sin olvidar que éste adquiere sentido, no por su utilidad en provecho propio, sino por su valor intrínseco y por la dimensión de servicio de quien posee dicho conocimiento. Esta búsqueda que corre por las venas de nuestra universidad, y que la identifica, es garantía de una educación universitaria que aporta no solo al bien de la persona del estudiante, sino también al bien de la sociedad y de la humanidad.

Cuando profesores y estudiantes a través del diálogo académico interdisciplinar se esfuerzan por descubrir lo que las cosas son, están “haciendo” universidad. Recordemos que la verdad nos hace libres, porque nos libera del yugo de las apariencias, de la esclavitud de los vicios, de la ignorancia, de la hipocresía; por ejemplo, la de Pilato, quien no cree en la verdad, y por ello no espera la respuesta a su pregunta, ¿Qué es la verdad?, y se lava las manos. La universidad es el lugar donde se lleva el pensamiento al límite de sus posibilidades precisamente para descubrir la verdad. Ahora bien, no hay una genuina búsqueda de la verdad, si primero no se ama la verdad.

La USS promueve la verdad, porque ésta, dada su naturaleza, garantiza nuestra permanencia en el tiempo y nos preserva contra la caducidad y contra las modas pasajeras. La verdad crea tradición, tan necesaria para cualquier institución que se tome en serio a sí misma. El respeto a la tradición implica respetar el saber heredado de nuestros antecesores. Por ello no debemos olvidar el viejo adagio nova et vetera (lo nuevo a partir de lo antiguo).

Es evidente que la verdad muchas veces no se nos presenta a flor de piel, y por ello hay que buscarla, y a veces intensamente, pues se encuentra muy oculta, pero cuando se la descubre, la satisfacción es inmensa. Los griegos utilizaban el vocablo, aletheia para designarla. Literalmente significa lo que no está oculto, lo que está patente, develado, pero que debe ser descubierto, porque se esconde a los ojos de la inteligencia. O sea, hay develar lo que las cosas son, descubrir su naturaleza y sacarla a la luz, mostrando lo que ella es. Digamos que la verdad “está allí”, ocultándose a los sentidos, pero mostrándose a la inteligencia.

La adquisición de un conocimiento superior, como el universitario, es una vía pedagógica privilegiada para acceder a la verdad. El saber alcanzado en la universidad debe hacernos más humanos, mejores personas. En este contexto, cuando se dice que una de las misiones de una universidad es generar nuevo conocimiento, habría que agregar, nuevo conocimiento verdadero. Por medio del logos (saber, conocimiento), se puede alcanzar la aletheia. No olvidemos que la ciencia tiene sentido en la medida en que es verdadera.

La verdad no tiene buena prensa en nuestros días, contagiados de nihilismo, escepticismo, relativismo y subjetivismo. Pese a vivir en una época reñida con la verdad, en cada uno de nosotros existe una inclinación natural a buscarla y una exigencia natural a que se nos diga la verdad. A nadie le gusta que lo engañen o le mientan. No podemos vivir en el engaño. La persona está por naturaleza llamada a perfeccionarse y para no equivocarse demasiado en esta labor, que nos ocupa toda la vida, debe conocer la verdad. De este modo, su búsqueda supone una actitud interior, que le da sentido a nuestra existencia. Por ende, no es posible vivir bien en la falsedad o en el error permanente, tampoco vivir de las apariencias. No podemos vivir sin la verdad, sin saber lo que las cosas son.

La búsqueda de la verdad, como parte del ADN de la USS, es un buen antídoto contra la tentación de convertir al estudiante en un cliente que acude a la universidad para “comprar” un título. Empleabilidad, competencia, adaptabilidad, innovación sustentabilidad, eficiencia son conceptos que se escuchan a menudo como lo esencial de una universidad que ha ido reemplazando lo verdadero por lo útil. Sin embargo, en la USS sin desconocer la importancia de estos conceptos, se esfuerza por no sucumbir a la tentación de convertir la formación universitaria en una mercancía sujeta a la especulación del mercado laboral, y de producir profesionales solo capacitados para alcanzar el éxito laboral y aptos para adecuarse al mercado laboral. Por ello, asigna importancia a la formación humanista, impartiendo asignaturas como Antropología y Ética.

Huelga señalarlo, esta búsqueda requiere de auténticos maestros que amen lo que enseñan y de genuinos estudiantes, que amen aprender. Esto exige por parte del profesor compromiso y una actitud humilde porque “la verdad se escapa al déspota y se abre sólo a quien se aproxima a ella en actitud de profundo respeto, de humildad reverente” (Ratzinger, Cooperadores de la verdad, 1991, 203). Buscar la verdad no es un trabajo aislado, de cada académico encerrado en su oficina o laboratorio, sino de comunidades académicas de investigación y diálogo que buscan un saber integrado, de modo tal que la universidad se constituya en el alma mater de todos los que la conforman. La fragmentación del saber atenta también contra la verdad.

Formar buenos profesionales, ciudadanos y personas, exige educar al ser humano para que aporte desinteresadamente al bien común. En consecuencia, el sentido último de la búsqueda de la verdad lleva aparejada la necesidad de poseer un saber superior, pues este mientras más excelso, de mejor manera contribuirá a mejorar al ser humano y en consecuencia a toda la sociedad. El compromiso de la USS con la verdad implica su compromiso con el humanismo cristiano, que no es otra cosa, que la capacidad de hacer de la propia vida una obra verdadera, buena y bella y de cooperar para que otros también vivan en el bien, la verdad y la belleza.

Dr. Eugenio Yáñez Rojas
Director del Instituto de Filosofía
Universidad San Sebastián

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