Cristian Donoso: El señor de los polos desafía el Golfo de Penas

Montañista, kayakista, navegante a vela, fotógrafo y docente universitario. Cristian Donoso ha recorrido ambos polos, incursionado en la Patagonia por mar y tierra, pero no se detiene. El académico de la carrera de Ingeniería en Gestión de Expediciones y Ecoturismo cuenta sus inicios y próximos desafíos, porque sus sueños no tienen límites.

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A sus 46 años Cristián Donoso suma más de 50 travesías y entre sus numerosos logros está haber sido el primer chileno en realizar expediciones en ambas regiones polares, uno de sus más grandes desafíos. “Fueron alrededor de siete meses de terreno efectivo en la Antártica, incluyendo cerca de 1.500 kilómetros en kayak, con esquís y trineos; una navegación oceánica a vela de 16.000 kilómetros; para luego poner mi vista sobre el Ártico, donde alcanzamos la cumbre más alta de Groenlandia, caminando 415 kilómetros por el hielo”, relata.

Empezó con sus primeras grandes expediciones en su época universitaria y rápidamente comenzó a destacar, obteniendo numerosos reconocimientos, como: el Premio Rolex en la categoría “Exploración y Descubrimiento” (2006); el Cóndor al mejor en su disciplina por parte del Círculo de Periodistas Deportivos de Chile (2009); e integrar “The Explorers Club de Nueva York, institución centenaria que reúne a los exploradores más destacados del mundo del último siglo.

Soñar sin límites sigue siendo su consigna y quiere ir por más. “Una vida no es suficiente para concretar todos los proyectos que anhelo”, expresa, pero por lo pronto una de sus prioridades es el hallazgo de la Fragata británica HMS Wager, que naufragó en el siglo XVIII en el Golfo de Penas, en la Región de Aysén. “La estoy buscando hace 16 años, ya he realizado seis intentos y este año espero ir por el séptimo”, cuenta.

Cuando la sobrevivencia es el límite

Para Donoso el miedo y la incertidumbre siempre están presentes. Por eso es clave la planificación, el autocontrol y poner atención en los factores que sí es posible manejar. “No es lo mismo subir una montaña por una ruta por la que alguien ya pasó, que subirla consciente de que cada paso es el primero. Estás en un estado permanente de alerta y crisis. Si de pronto te encuentras en la Antártica con vientos de 100 km/h, a 2.000 metros de altura y necesitas sacarte los mitones para desatar una cuerda, sabes que cuentas con segundos para realizarlo o pierdes los dedos”.

Además, explica que cuando se va hacia lo desconocido las probabilidades de no conseguir el objetivo son siempre altas y es fundamental aprender a manejar la frustración. “Un explorador maduro debe tener claro cuándo detenerse y dar pie atrás. La supervivencia es el límite. A veces los objetivos se logran al tercer, cuarto, quinto intento o nunca. Eso es parte del juego y hay que entenderlo así”, aconseja.

Formando a los futuros exploradores

Desde 2014 Cristian Donoso vuelca toda su experiencia y conocimiento formando a estudiantes de la carrera de Ingeniería en Expediciones y Ecoturismo, siendo profesor de cerca de 10 asignaturas, incluyendo la de Proyecto de Título, que ha llevado a estudiantes de la USS a sitios tan remotos como la Antártica, Campo de Hielo Sur, Tierra del Fuego, a las cumbres más altas del altiplano y las profundidades del archipiélago de Juan Fernández. Su foco es profesionalizar las expediciones a nivel nacional y promover los valores que se generan en torno ellas, como el trabajo en equipo.

“Unas de las cosas más valiosas que me ha dado esta actividad son los amigos. Compartir una experiencia de supervivencia con compañeros que ponen su vida en tus manos y que comparten tu pasión, genera lazos duraderos. Esto también se palpa en nuestros estudiantes, que pasan largos períodos en terreno. Es un rasgo diferenciador de la carrera de Ingeniería en Expediciones y Ecoturismo. Hay mucha integración, respeto y apoyo, más allá de las diferencias y orígenes. Es una verdadera fraternidad”.

Afirma que este camino también demanda mucha dedicación y tiempo, lo que se traduce en un inmenso esfuerzo familiar. “Siento un gran respaldo por parte de mis cercanos. Mi hija Marina, de ocho años, siempre me demuestra su apoyo y admiración, es una entusiasta esquiadora, surfista, escaladora, kayakista, navegante y senderista. Vibra mucho con la naturaleza y eso es muy emocionante para mí”, comenta.

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