Voluntariados de verano: El valor de ayudar a otros

Aparte de la satisfacción personal, en particular los voluntariados de verano sirven para conectar a los futuros profesionales con diversas comunidades.

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En las últimas décadas los jóvenes han experimentado diversos cambios, por ejemplo, mayor acceso a la Educación Superior, una actitud de creciente desconfianza frente a la institucionalidad, baja participación política y nuevas formas de vincularse entre ellos. No obstante, hay un aspecto que se mantiene incólume al paso del tiempo: su entusiasmo por participar en los Voluntariados de Verano.

fernando_quirogaAl igual que antaño, grupos de jóvenes provenientes de diversas universidades e institutos profesionales se trasladan a sectores vulnerables para ponerse al servicio de su gente. En nuestro caso, los estudiantes de todas las carreras de la Universidad San Sebastián, sede Concepción, acudieron hasta las comunas de Curanilahue y Arauco para trabajar con sus comunidades. Allí tuvieron contacto con los habitantes de cinco localidades y realizaron labores de construcción, pintura, operativos de Salud y Medicina Veterinaria, entre otras acciones.

Verlos desenvolverse en terreno, preocupados por aplicar los conocimientos adquiridos en sus estudios, no solo enorgullece, sino también da esperanzas de un futuro en que tengamos profesionales comprometidos con la población vulnerable.

Es indescriptible la gratificación que siente un estudiante al contribuir a mejorar la calidad de vida de familias de menos recursos.

De acuerdo a la Octava Encuesta Nacional de la Juventud, un 10% de los encuestados en el país reporta haber participado en una organización de voluntariado o ayuda a la comunidad en los últimos doce meses. En la región del Biobío, el porcentaje se eleva al 15%. Actividades de recolección de dinero, de cuidado o apoyo a niños y de atención a personas en situación de calle son las acciones más mencionadas.

Por la disponibilidad de tiempo, la energía y entusiasmo propios de esta etapa, los jóvenes tienden a sumarse con mayor frecuencia a estas actividades. Según un estudio efectuado por la Red de Voluntarios de Chile, un 55% de las personas que en el último año realizó labores de voluntariado correspondió a jóvenes de entre 18 y 29 años. Un 61% del total fueron mujeres.

Si bien son indudables los beneficios que reciben las comunidades donde se concretan estas iniciativas, resultan mucho más favorecidos quienes ayudan a otros sin esperar nada a cambio. Es indescriptible la gratificación que siente un estudiante al contribuir a mejorar la calidad de vida de familias de menos recursos.

Sin duda, en una sociedad en que lamentablemente existe tanta desconfianza entre nosotros, es positivo brindar oportunidades para que los jóvenes conozcan la realidad de quienes han tenido menos oportunidades en la vida.

Aparte de la satisfacción personal, en particular los voluntariados de verano sirven para conectar a los futuros profesionales con diversas comunidades, algunas muy alejadas de los centros urbanos. Conocer a personas que han tenido distintas experiencias y que deben enfrentar a diario una dura realidad amplía la visión e incluso sirve para que los jóvenes valoren su propia situación. Sin duda, en una sociedad en que lamentablemente existe tanta desconfianza entre nosotros, es positivo brindar oportunidades para que los jóvenes conozcan la realidad de quienes han tenido menos oportunidades en la vida.

Aquellos estudiantes que participen en voluntariados de manera habitual durante sus años de carrera egresarán con una mirada más profunda de la sociedad, con mayor sensibilidad frente a las carencias de la población y comprometidos con el desafío de lograr un país inclusivo y con altos niveles de equidad.

Por todos estos motivos, es de esperar que las imágenes de jóvenes trabajando bajo el sol en favor de otros se repitan en todo Chile por muchos años más.

Fernando Quiroga Dubournais
Vicerrector sede Concepción
Universidad San Sebastián

Vea la columna en diario El Sur

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