
Desde el campus Ciudad Universitaria, la Facultad de Psicología y Humanidades dio el puntapié inicial a su año académico 2025 con un interesante diálogo en torno al impacto que ha generado —y seguirá generando— la Inteligencia Artificial o IA, tanto a nivel de investigaciones, desarrollo docente y a nivel personal.
“¿De qué hablamos cuando hablamos de inteligencia?” fue la pregunta con la que iniciaron la conversación Tomás Pérez-Acle, vicerrector de Investigación y Doctorados (VRID), y Álvaro Jiménez, doctor en Psicología y académico USS, bajo la moderación del director de País Humanista, Cristián Warnken.
Para Klaus Droste, decano de la Facultad de Psicología y Humanidades de la USS, resulta valioso abrir espacios como este en la universidad, “donde podamos tocar algo que para la vida universitaria es central, que es el desarrollo del conocimiento, del saber, qué se hace a partir de la inteligencia y darnos cuenta de que hay intentos técnicos por tratar de humanizar algo que jamás va a ser así”.
En esa misma línea, resalta el propósito central del proyecto educativo, que es “formar buenas personas” para que el avance técnico de la humanidad pueda ser positivo y tomado con responsabilidad.
Desde el mundo científico, el vicerrector de Investigación y Doctorados (VRID), Tomás Pérez-Acle, afirmó que podremos hablar realmente de inteligencia cuando lo que conocemos por Inteligencia Artificial pueda adquirir conciencia de sí misma. “Aún estamos muy lejos de eso”, advirtió.
Por su parte, el académico investigador de Psicología USS, Álvaro Jiménez, explicó que, si bien, no hay un consenso sobre la definición de inteligencia, podríamos decir que “inteligencia es saber qué hacer cuando no sabemos qué hacer. Lo que nos lleva a otra definición: inteligencia es la capacidad de sintonizar con las circunstancias”.
Desde ese punto de vista, Jiménez planteó que “difícilmente podría decir que la IA es inteligente, en un sentido amplio, porque se trata de algoritmos, de una secuencia de instrucciones para realizar una tarea en base a problemas específicos, no para sintonizar con las circunstancias”.
Pérez-Acle, quien también director de la Fundación Ciencia & Vida, expresó que “todos los que nos dedicamos a la Inteligencia Artificial somos espectadores de lo que hace Google, Meta, Open AI, etc., y miramos desde la gradería con asombro porque no se puede competir entre sí. El desafío, para quienes trabajamos en proyectos de Inteligencia Artificial o en ciencias de la computación, está en cómo nos hacemos cargo de este mundo que no podemos controlar”. Aun así, Pérez-Acle afirmó que, al menos en el corto plazo, “no va a ser la Inteligencia Artificial la que nos quise el trabajo, sino que alguien que sepa usarla”.