En períodos complejos, las prioridades cambian postergándose las decisiones de compra de bienes durables y la adquisición de compromisos financieros, lo que afecta las tasas de crecimiento.

Para analizar los resultados a nivel macro y microeconómicos tanto en el ámbito local como nacional, sin duda, debemos concentrarnos en variables como el consumo, la inversión, el gasto público, exportaciones, que son los motores de la economía, pues promueven su dinamismo, generan empleos y mejoran los indicadores de crecimiento.
El consumo es definido como la adquisición de bienes y servicios, que pueden ser de carácter esencial como no esencial. Para un gran segmento de la población, esta acción, se desarrolla de manera diaria y en diferentes magnitudes y frecuencia. ¿De qué depende? De diversos determinantes o factores, entre los cuales destacan el nivel de ingreso, la capacidad de endeudamiento, los gustos, preferencias, precios y condiciones del entorno. Entre estas últimas debemos considerar aspectos como la incertidumbre y los periodos de crisis, ya sea de tipo social como económica. Todo lo anterior determina tanto el volumen, la frecuencia, así como también los tipos de bienes y servicios que son consumidos.
El consumo es definido como la adquisición de bienes y servicios, que pueden ser de carácter esencial como no esencial.
Entonces, debemos entender que el consumo es un factor clave a la hora de proyectar los resultados económicos. El contexto que hoy estamos viviendo en Chile, un escenario de estallido social con un alto nivel de incertidumbre nos ha llevado a replantearnos muchas cosas de nuestro actuar cotidiano, entre ellas el qué consumir y dónde hacerlo, si debemos ahorrar o invertir, entre muchas otras interrogantes.
En este escenario surgen preguntas como ¿qué pasará con el consumo? ¿estamos consumiendo lo mismo que antes? ¿han cambiado las necesidades de las personas? Son algunas interrogantes que hay que responder para orientar las decisiones a nivel macroeconómico. Los diseñadores de políticas públicas necesitan conocer estas respuestas para replantearse las decisiones en torno a cómo mantener o mejorar los resultados económicos en estos tiempos.
¿Cómo podríamos describir al consumidor antes del estallido social? Como estábamos en un entorno económico en general saludable en términos de variables macroeconómicas, muchos consumidores pensaban en adquirir y aprovechar las bajas tasas de interés del mercado, así como también el precio del dólar, que favorecían al consumo de bienes durables, por tanto, podríamos pensar que su pensamiento respecto del consumo era de largo plazo.
En tiempos de crisis, los alimentos pasan a ser prioridad y, por supuesto, los bienes durables sufren una fuerte baja.
Estas características de consumo corresponden a hábitos y objetivos de las personas que viven en sociedades con crecimiento y economías estables, que se concentran en la adquisición de bienes materiales, en mejorar constantemente sus condiciones de vida y en la satisfacción permanente e inmediata de necesidades y deseos, en distintas proporciones, considerado diferencias en el poder adquisitivo de cada individuo y hogar.
Por otro lado, como consumidores, algunos estábamos valorando más el consumir pensando en el crecimiento sustentable y, por ende, muchas preferencias se enfocaban en negocios que pudiesen tener una mayor conciencia ambiental.
Asimismo, experimentábamos una evolución acelerada y ascendente hacia el mercado digital, aunque una mayoría sigue prefiriendo realizar la acción de compra en el lugar físico, ya que les permite mirar y elegir con mayor precisión dónde consumir y el tipo de bien que se adquirirá. Eso sobre todo en los adultos mayores, quienes aún prefieren acceder a almacenes de barrio y no a grandes cadenas.
¿Qué sucedió después? Muchos de nosotros las primeras semanas de crisis vimos supermercados repletos, carros de compra llenos de mercadería en general de primera necesidad. Por otro lado, comenzamos a valorar más los almacenes de barrio y las ferias libres, los cuales pudieron solventar la demanda.
Si observamos datos estadísticos, una encuesta realizada por la Cámara de Comercio de Santiago reveló los principales cambios en los hábitos de consumo, en medio de la contingencia nacional. Según este informe, los alimentos pasan a ser prioridad y por supuesto los bienes durables sufren una fuerte baja.
En estos tiempos cambiaron las prioridades y necesidades en el consumo, lo que revela la gran incertidumbre que existe en la población.
Por otro lado, la encuesta arrojó que el 67% de las personas consultadas ha tenido que restringir sus compras por la situación que atraviesa el país. Algunas de las razones son los horarios de funcionamiento del comercio, así como la falta de disponibilidad de tiendas cercanas para poder comprar. También el no encontrar medios de transporte que los lleven a los lugares de compra figura entre los principales aspectos que más han dificultado el consumo, según reveló la medición.
En cuanto al tipo de productos o servicios que la gente ha dejado de comprar, destacan los paquetes turísticos y/o tickets de viajes (95%), tecnología y/o electro hogar (95%) y entretención (94%), además de bienes semidurables (vestuario y calzado), decoración y regalos.
Así, podemos observar que en estos tiempos cambiaron las prioridades y necesidades en el consumo, lo que revela la gran incertidumbre que existe en la población. En ese contexto, se torna necesario examinar lo que sucederá con las expectativas de consumo de las familias en este periodo de crisis y observar el impacto que traerá en la economía local.
Daniela Catalán Ramírez
Secretaria de Estudios Advance, Facultad de Economía y Negocios
Universidad San Sebastián
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